_
_
_
_
_

Muere un capitán del Ejército del Aire al estrellarse su caza C-101 en Manises

Miguel Jiménez

Un seco impacto contra un huerto de naranjos acabó ayer con la vida de Christian de Haya Beyrer capitán del Ejército del Aire, casado y sin hijos, que pilotaba un caza C-101 en un entrenamiento. De Haya, de 28 años, salió de la base de Torrejón (Madrid) a las 10.00 horas y debía regresar tras una maniobra de aproximación, sin aterrizar, al aeropuerto de Manises (Valencia). Al acercarse a la pista de éste, según un testigo, el aparato hizo una "pirueta" y cayó casi en picado decenas de metros antes. El cuerpo del militar, el único tripulante, apareció calcinado entre los restos del avión, que se incendió al estrellarse."Este se cae", dice Luis, el dueño de un corral situado a 200 metros del impacto, que pensó al oír el aparato, que volaba con el motor apagado. Ha aprendido con el tiempo a distinguir el estruendoso sonido de los grandes reactores de pasajeros del zumbido más agudo de los aviones militares que comparten el aeropuerto valenciano. "Esta vez sólo se oyó un silbido y el golpe", relata. Después, una explosión y una gran humareda.

El avión cayó fuera del terreno demarcado por la verja del recinto aéreo, en un naranjal donde hace tan sólo dos semanas se terminaba la recogida de la cosecha. Un agricultor de la zona dijo que le vio hacer un extraño en el aire poco antes del impacto. "Tenía el morro y las alas de color rejo", apuntó.

Se trataba de un C-101, un reactor pequeño fabricado por Construcciones Aeronáuticas y que se utiliza básicamente para la instrucción de pilotos. De Haya era, sin embargo, un experto, con muchas horas de vuelo, y efectuaba un ejercicio calificado como "rutinario".

Contradicciones

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El Ejército del Aire abrió ayer una investigación para aclarar las causas del siniestro, que al cierre de esta edición seguían siendo un misterio. Según fuentes militares, no hay constancia de que se produjese ninguna anomalía durante la maniobra de aproximación y el plan de vuelo funcionaba según las previsiones, sin ningún aviso de urgencia del piloto a la torre de control. Otras fuentes, citadas por Efe, señalaron, en cambio, que el avión tuvo una serie de problemas no especificados y se disponía a hacer un aterrizaje de emergencia cuando se estrelló.

Las pistas de Manises, a diez kilómetros del centro de Valencia, sirven indistintamente a los vuelos comerciales y a los militares, pues al lado hay una base del Ejército del Aire. El tráfico comercial no se vio interrumpido "ni un instante", según el ejecutivo de servicios, Ángel Clemares.

Desde 1983, nueve aviones semejantes han sufrido accidentes causando la muerte de cinco tripulantes mientras que otros tantos resultaron ilesos o heridos. El último ocurrió el 12 de enero, cuando colisionaron dos del Grupo Escuela de la base de Matacán (Salamanca). Los pilotos saltaron en paracaídas y uno se rompió una pierna.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_