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¿Existen 'disminuidos' físicos o psíquicos?

Juan Arias

El llamado lenguaje políticamente correcto se está convirtiendo en una pesadilla para periodistas. Y hay quien advierte, en dicha justo afán de nueva reivindicación, el peligro de caer en extremismos peligrosos.Ya el sociólogo Salvador Giner, abordando este mismo tema para el departamento del Defensor del Lector, distinguía entre un lenguaje "insultante" -que el movimiento de lo políticamente correcto hace bien en denunciar- y lo que puede ser una exageración, como el definir a un ciego como "individuo desafiado por una visión inexistente"; aunque, sin duda, el lenguaje corriente necesitaba una sacudida para evitar vocablos que revelaban desprecio hacia quienes padecen alguna discapacidad.

El lector Gerardo Echeita, de Madrid, se ha dirigido al Defensor del Lector acusando a este periódico acerca del "tratamiento lingüístico que da a los temas relativos a las personas con discapacidad y que, en mi opinión, no se adecua a las propuestas que en este ámbito están haciendo, entre otros, los organismos e instituciones nacionales e internacionales, ni está a la altura de la preocupación y seriedad con la que el periódico se ocupa regularmente de estos ternas". Y adjunta las Normas uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad, recientemente aprobadas por Naciones Unidas.

El lector reconoce que EL PAÍS "recoge habitualmente, en sus distintas secciones, acontecimientos, preocupaciones o demandas relacionados con las personas con discapacidad, contribuyendo así a 'crear opinión' en sus lectores sobre estos temas". Pero añade que, a su juicio, los periodistas que firman sus trabajos en este diario "incurren casi de manera constante en una utilización políticamente incorrecta de los términos mas al uso: deficiencia, discapacidad y minusvalía, llegando en ocasiones a la utilización de otros despectivos y humillantes para tales personas, como podrían ser los de disminuidos".

Recuerda que términos como "subnormal", "anormal" o "disminuido" han sido ya eliminados por un lenguaje correcto al considerarse peyorativos y vejatorios, y que la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) los ha sustituido por "deficiencia", "discapacidad" y "minusvalía", y más recientemente aún, en el ámbito de la educación, por "necesidades educativas especiales".

En efecto, según las nuevas normas de Naciones Unidas, se recomienda la utilización genérica del término "personas con discapacidad." frente a expresiones como "'deficientes", "disminuidos" o "minusválidos".

Además, no se puede olvidar que a veces una "minusvalía" lo es sobre todo en relación con el entorno laboral, social o cultural, ya que, por ejemplo, una persona con graves problemas de movilidad, en un contexto a ella favorable, ya no se podría considerar como una "minusválida" en el sentido literal.

Y, por fin, aplicado al ámbito educativo, se intenta evitar, según el lector y las diversas asociaciones que se interesan en el tema, los términos "alumnos o alumnas deficientes, minusválidos o discapacitados", y se prefiere hablar genéricamente de "alumnos o alumnas con necesidades educativas especiales"

La pregunta es hasta qué punto es posible para un periodista, que tiene que luchar contrarreloj con tantos factores, estar siempre alerta para no perderse en todos los complejos meandros del lenguaje políticamente correcto. El Defensor del Lector ha pedido su opinión a Malén Aznárez, la redactora jefa de Sociedad, una de las secciones del periódico más atentas a estos temas de la discapacidad, y ha respondido así: "Esta sección, que efectivamente trata a menudo dichos asuntos, hace ya mucho tiempo que desterró de su lenguaje los términos 'subnormal', 'anormal' o 'inválido'. Sin embargo, es cierto que emplea habitualmente el término 'disminuido físico o psíquico' alternativamente a discapacitado, deficiente o minusválido, que el lector considera 'políticamente correctos', por ser el término que está más aceptado en la sociedad española por los propios especialistas, médicos y educadores e incluso por entidades que trabajan con este tipo de personas".

Y añade: "No considero que este término políticamente incorrecto sea vejatorio, por cuanto alude únicamente a una disminución, y su sustitución por discapacitado nos llevaría a farragosos análisis técnicos, caso por caso, lo que indudablemente no es función del periodista. En cualquier modo, tomamos en cuenta las sugerencias del lector para aplicarlas en aquellos casos que sea factible, si ello puede ser considerado como un mejor tratamiento para un colectivo de afectados".

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