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Renuncia el candidato de Clinton para director de la CIA por violar las leyes de inmigración

Antonio Caño

La retirada del candidato a la dirección de la CIA, Michael Carns, objeto de una investigación por haber violado las leyes migratorías, deja de nuevo en posición comprometida al presidente de EE UU, Bill Clinton, y a la famosa agencia de espionaje ante una de las peores crisis de su historia. Para intentar enmendar el daño ha sido nombrado como nuevo aspirante a la CIA el mismo hombre que ya rechazó esta oferta hace meses, el actual vicesecretario de Defensa, John Deutch, un belga de ciudadanía norteamericana a quien se considera una de las inteligencias más brillantes de Washington.

La renuncia de Carns es el último episodio de una serie de desastres que, casi como un maleficio, han perseguido a la CIA desde el final de la guerra fría. Como consecuencia del peor de esos desastres, el caso del topo ruso Aldrich Ames, Clinton destituyó a James Woolsey y pasó tres, meses sin nombrar un sustituto.Con Michael Carns, un prestigioso general del Aire en situación de retiro, la Administración pensaba transformar el carácter y la misión de la CIA. El mismo viernes el presidente había firmado un decreto que trataba e adaptar la agencia a la nueva realidad mundial. Pero unas horas más tarde un pequeño episodio de la vida de Carns echó por tierra todos los buenos propósitos.

Michael Carns tuvo que reconocer que durante su estancia en una base militar en Filipinas mintió a las autoridades consulares para traer a EE UU a un joven de aquel país llamado Elbino Runas, amigo de la familia. Elbino Runas era el sobrino de la mujer que trabajaba como criada de los Carns en Filipinas. En 1987, cuando él matrimonio norteamericano iba a regresar a su país, la esposa de Carns quiso ayudar a Runas a emigrar a EE UU y solicitó un visado para él en la embajada en Manila.

Las leyes migratorias norteamericanas permiten a los funcionarios en el extranjero traer a un empleado de hogar con ellos cuando regresan a Estados Unidos. La señora Carris tuvo entonces que firmar un documento comprometiéndose a contratar a Runas para que a éste le dieran el visado. Runas vivió en la casa de los Carns en Hawai y posteriormente en Washington, pero su situación no era exactamente la de un empleado de hogar porque, aunque cobró de los Carns, también trabajó en otros lugares, lo que suponía violar la legalidad. El propio Carns ayudó a veces a Runas a encontrar trabajo, como el de empleado del supermercado de una base militar en Washington.

En 1992, Michael Carns se negó a continuar extendiéndole la visa a Runas y la relación entre ambos se rompió. Cuando Carns fue nombrado para la dirección de la CIA, Runas le contó esta historia al FBI, así como otras cosas sobre la familia que no han sido reveladas pero que Carns considera gravemente embarazosas para él y los suyos. "No veo razón para hacer a mi familia pasar por esto ni para colocarme a mí y a la Administración en una situación embarazosa", dijo el general al presentar su dimisión, inmediatamente aceptada por la Casa Blanca.

El episodio, a expensas de lo que se desconoce, parece francamente menor, pero suficiente para confirmar la pesadilla que acompaña a Clinton cada vez que hace un nombramiento. Desde Zoe Baird y otros candidatos que tuvieron que renunciar al comienzo de la Administración por el llamado escándalo nannygate, hasta la reciente polémica en torno al aspirante al cargo de Inspector General de Sanidad; acusado de haber practicado abortos, la política de selección de colaboradores ha sido uno de los más sonoros fracasos del Gobierno de Clinton.

El propio presidente expresó ayer su "profundo pesar" por la decisión de Carns. "La triste verdad es que vivimos en un tiempo en el que los individuos más ejemplares son disuadidos de servir al país por miedo a que su pasado sea tergiversado, sus logros ignorados o su familia difamada durante el proceso de confirmación", afirmó Clinton.

John Deutch, el hombre elegido para reemplazar a Carns, aceptó ayer con entusiasmo" su designación pese a que había rechazado la oferta cuando se le presentó hace meses. Deutch no quería "manchar" su currículum con un cargo como el de director de la CIA cuando sus verdadero propósito es convertirse algún día en presidente del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts. Nacido en Bruselas en 1938, Deutch puede ser, si consigue la confirmación del Senado, el primer norteamericano de adopción que consigue llegar a la dirección de la CIA. De esa manera, las dos instituciones más sensibles para la seguridad de Estados Unidos, el Pentágono y la CIA, estarán en manos de personas nacidas en otros países. El jefe de Estado Mayor, John Shalikashvili, nació en Polonia.

John Deutch ya trabajó en el Pentágono en los años sesenta, pero se retiró tras la guerra de Vietnam y se dedicó a la vida académica. Volvió al Gobierno con Carter y lo abandonó, en la época de Reagan y Bush.

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