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Entrevista:MARVIN HARRIS: ANTROPÓLOGO

"Hace falta más ciencia, no menos"

El estadounidense Marvin Harris, de 68 años., punto de referencia en la antropología moderna -autor de Vacas, cerdos, guerras y brujas (Alianza)-, ha intervenido en Madrid en el simposio Cerebro y sociedad. Su método, el materialismo cultural, busca comprender, racionalmente los enigmas socioculturales.Pregunta. Usted siempre aboga por comprender las circunstancias prácticas. Pero, ¿no tiene a veces la impresión de que el mundo se parece a un manicomio?

Respuesta. Puede, pero en el fondo el hombre es un ser muy práctico. Aunque las cosas aparezcan en cierto momento desquiciadas, los sistemas socioculturales se las arreglan siempre para regresar a lo que es fundamental en la vida. Tomemos un ejemplo, Irán, que parece un país dominado hoy por la falta de pragmatismo. Pero lo que ha ocurrido en realidad es que ha vuelto a aspectos muy enraizados en su historia, después de un agitado periodo en que, a mediados de siglo, la CIA y los intereses de las multinacionales. petroleras_ impidieron la democratización, apoyaron la dictadura del sha y la inversión en gastos militares de los beneficios del petróleo, y al final se encontraron con una revolución que ha desembocado en lo religioso.

P. También EE UU vive un auge religioso, aunque no precisamente revolucionario.

R. El propio peso del hipercapitalismo, la reducción del hombre al estado de comprador, la presencia de gente sin techo junto a enormes exhibiciones de riqueza, provoca que mucha gente busca un significado y un refugio más allá de los hechos. Pero, en puridad, sólo puede hablarse de crecimiento religioso entre sectores evangelistas, no entre las grandes iglesias.

P. ¿Sigue usted pensando que el coche es el equivalente, para nosotros, de las vacas sagradas para el campesino de la India?

R. Sí, en el sentido de que ya no es ni siquiera un lujo, sino una necesidad. La gente es dependiente del coche, experimenta simpatía hacia él, como un hombre primitivo hacia su caballo. Y las empresas manipulan a la gen te, le venden nuevos modelos aprovechando esa simpatía, ese aspecto de sacramento del coche

P. La ciencia, ¿también es manipulable?

R. Lo que a mí me preocupa es que la imagen social de la ciencia se manipula. Hay un acoso contra la ciencia, a la que se hace culpable de1as atrocidades del siglo XX. Y la ciencia no es culpable todo lo contrario. Los nazis no eran científicos, eran manipuladores.. Creo que hay que realzar el papel de la ciencia en la vida. Hace falta más ciencia, no menos.

P. Cuando se esgrime el coeficiente de inteligencia para comparar a negros, chicanos o blancs, ¿es ciencia o racismo?

R. Desde luego, no es ciencia. Se necesita mucha más ciencia para entender lo que es raza, pueblo, cultura, tradiciones.

P. Usted se ha visto obligado, por sus trabajos de campo en todo el mundo, al conocer el valor monetario de las conchas de caurí, a adaptarse mentalmente a. mil situaciones diferentes e insólitas. ¿Profesa un relativismo total?

R. Creo que hay valores e instituciones que sirven en todos sitios, y otros que generan sufrimiento. Desdichadamente, a menudo no podemos separarlos al aceptar una cultura. Siempre hay una parte que nos hace crecer y otra que da miedo.

P. ¿Cuál es, si lo tiene, su centro del mundo?

R. Tengo una casa de verano en Maine. No es Shangri-La, pero allí stoy en contacto con una gente que me interesa y con un buen entorno natural. También me siento muy vinculado a Brasil, especialmente a Río de Contes, en el sertâo bahiano: allí hice mi primer trabajo de campo en 1950, y he vuelto hace dos años; está casi igual.

P. ¿Por qué los antropólogos siempre están en guerra civil?

R. Quizá porque nos es muy difícil llegar a un consenso sobre el método de investigación. Es cierto que no abunda entre nosotros el humor, pero yo intento no perderlo.

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