'BCN les bains'
Ahora, a Barcelona, se viene a tomar las aguas. En el reparto geoestratégico de España, Sevilla es la cinecíttá-útil para peplums y grandiosas ceremonias del amor al fin triunfante y Barcelona, la arrogante, psicodelica, vanguardista, osada, inclasificable Barcelona de mis primeros años de la vida se ha convertido en el balneario. Un fino y tecnificado balneario para, gentes de mucha pasta, con jacuzzi y goteo artificial de nieve, pero con ese olor imborrable del agua retenida. Hasta el año XII, poco más o menos de su mandato el presidente del gobierno, Felipe González, sólo ponía los pies en la ciudad para dirigirse Mystére a la plaza de toros, donde le esperaban enfebrecidas las masas. Por no venir, no vino ni a la clausura de los Juegos Olímpicos, ni en Juegos estuvo más que los cinco minutos de rigor al comienzo de todo. Desde las últimas elecciones su presencia aquí menudea: el lunes hasta, durmió aquí. Y dicen que no extrañó la cama. Un grupo de periodistas lo vio en petit comité al día siguiente y se daban bofetones en la cara al verle tan revitalizado, tan en fórma, tan el cutis terso. Las aguas, sin duda. Agua para el presidente, agua para el periodista. Agüita fresca.Ante esta nueva e insospecha vocación de Barcelona -¡oh pát' del peix bullifl- yo me descubro como ante cualquier manifestación, de sobrenaturalidad. Y me apresto a hacer de anfitrión honorable a todo tipo de tocados por la vida. Yo me apuesto, por ejemplo, un píco con cualquiera a que dos días de cura balnearia en Barcelona disiparían por completo de la cara del señor Cascos (perdón, como dice Cosculluela, del señor Álvarez Cascos) esa mueca nerviosa de desprecio que tanto le afea y nos afea. Yo digo que Barcelona les bains obra milagros y que, en todo caso, y como todo balneario que se precie, éste es ya perfecto lugar para morir, plácidamente, en medio del sueño.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Cristina Pedroche, en ‘El hormiguero’ antes de las campanadas: Agotador desfile de humor tuno
Discurso a la nación: Trump exagera sus logros económicos y se olvida de Venezuela
Vicky Colbert, socióloga: “Si los niños son diferentes, la escuela tiene que adaptarse a ellos, y no al revés”
La peor ola de gripe de los últimos dos años se acerca al pico: ¿por qué este invierno es diferente?
Lo más visto
- La población de pumas de la Patagonia se dispara gracias a una presa inesperada: los pingüinos
- El Supremo ordena al ex fiscal general el pago de la multa y la indemnización a la pareja de Ayuso que le impuso al condenarle
- El Gobierno de Mazón pagó 107 millones de euros más a Ribera Salud al aumentar su aportación por ciudadano
- Víctor Manuel, músico: “El capital tiene que rectificar, nunca pensé que fueran a ser tan voraces”
- Carlos Alcaraz y Ferrero rompen tras siete años: “Llegan tiempos de cambio para los dos”




























































