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Secreto de confesión o secreto inconfesable

Apoyo popular al cura de Tossa, que recibió una paliza y se niega a decir quién le pegó

La misa de doce del domingo nunca había estado tan concurrida como ayer en la iglesia de Tossa de Mar, en la Costa Brava. Pero los feligreses tenían ayer una razón extraordinaria para acudir al oficio, que llenaron hasta la bandera. El párroco, Enric Costa, que fue sustituido en la misa por el cura de Blanes, se encuentra en el ojo de un extraño huracán. La noche del lunes pasado, tres desconocidos le propinaron una brutal paliza con un bate de béisbol, y el miércoles fue amenazado de muerte si no abandona los hábitos a final de mes. No era la primera vez. Desde el pasado verano, el párroco ha sido maltratado físicamente en tres ocasiones y ha recibido numerosas amenazas. En su apoyo, a la salida de misa, unos 800 vecinos se manifestaron por el pueblo.Pero Enric Costa, que dice desconocer la identidad de sus agresores, nunca denunció los hechos. Seguramente nada se habría sabido si el último episodio del violento acoso al que está siendo sometido no hubiera tenido un testigo. Casualmente, su ayudante en la parroquia presenció la paliza. Oyó gritos, franqueó la puerta de la casa rectoral y vio cómo tres hombres de edades comprendidas entre los 35 y los 40 años -dos de ellos encapuchados-, bien vestidos y de habla catalana con acento barcelonés, se ensañaban con el pastor.

La violencia de los golpes parece haber contribuido a sellar con mayor fuerza los labios del parroco. Agazapado en la casa rectoral, donde se recupera de la paliza bajo la protección de la Guardia Civil, y para desesperación de los investigadores, Costa afirma no tener la más remota idea de quiénes y por qué motivos le exigen que cuelgue los hábitos. Ayer, cuando la manifestación popular pasé por delante de su casa, volvió a reiterar que carece de la más mínima sospecha. Salió unos segundos al balcón para agradecer el gesto a los vecinos, que dijo no merecer, y afirmó que no piensa abandonar Tossa ni su labor pastoral.

"Tossa está por encima de todos los mundos", dijo en referencia a una canción popular local, "y en ocasiones vale la pena jugarse la vida si es necesario". Pronunció también una enigmática frase: "Como decía Napoleón, la palabra imposible sólo está en el diccionario de los imbéciles". Unas palabras que cotribuyeron, si cabe, a engrosar la lista de especulaciones entre los vecinos.

"Es todo muy raro, pero, por más razones, que se tengan, no se merece esto". Un manifestante resumió así el ánimo con el que los habitantes de Tossa expresaban su apoyo hacia el párroco que en los últimos 18 años ha estado a su lado de forma activa, comprometiéndose con los problemas de sus conciudadanos, y especialmente con los de la juventud del pueblo.

Sin embargo, ni la policía ni los vecinos albergan demasiadas dudas sobre la existencia de "un motivo muy fuerte" en el ánimo de los agresores. O de un instigador. Tratándose de un párroco, el misterio se multiplica y se busca la llave de su silencio entre el secreto de confesión y la ocultación de un secreto inconfesable.

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