Prohibido niños
Un sábado fuimos a pasar el día fuera de Madrid, mi marido, mi hijo de 10 meses, mis padres (que habían venido de Bilbao) y yo, con la idea de que conociesen el afamado palacio del Negralejo. Una vez allí, antes de pasar al restaurante a comer, fuimos al bar a tomar el aperitivo y poder dar de comer al niño. Al pedirle al señor camarero si nos podía calentar el tarrito de comida del niño, nos contestó que allí no se podía dar de comer al niño y que en un día laborable ni siquiera hubiéramos podido entrar con la silla del niño, tal y como indicaba un cartel de prohibición en la puerta. Ante nuestro asombro intentamos explicarle que únicamente pretendíamos dar un potito al niño, que no se trataba de sacar en tan ostentoso lugar la tartera de tortilla con pimientos. Él nos argumentaba que ésa era la política de la dirección. Sin más, nos fuimos de allí con la intención de presentar una hoja de reclamaciones.Como reflexión de este desagradable suceso queda preguntarnos si pasarán a ser considerados los niños como los perros, a los cuales se les prohibe la entrada en lugares públicos. Ahora comprendo la indignación e impotencia que deben sentir aquellas personas que por su color de piel o cultura se sienten discriminadas por la sociedad.
Desde aquí hago una llamada a la conciencia social para que no nos dejemos amedrentar y marginar por ningún concepto de raza, religión, lengua, cultura, edad, etcétera. Y, por supuesto, que, a la hora de elegir un sitio donde ir a pasar el día con nuestra familia, existen miles de restaurantes en Madrid donde comer estupendamente y, sobre todo, donde ser tratados con dignidad, tanto los mayores como los pequeños.-
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