Roldán, ni vivo ni muerto
En el supuesto caso de que el Roldán recuperado no sea un sosias prefabricado en los laboratorios de ingeniería genética del Cesid a cargo de los fondos reservados, la primera duda a solucionar es si Roldán ha vuelto vivo o muerto. Si ha vuelto vivo, Roldán es una pieza importantísima en el puzzle del Estado Delincuente tal como se ha conformado ese monstruo ante la opinión pública. Roldán puede completar ese organigrama de la corrupción ética y económica del Estado, bien sea por despecho o acogiéndose al estatuto de arrepentido. Pero si Roldán ha vuelto muerto, va a ser utilizado para completar ese organigrama en falso, cumpliendo el ex director general de la Guardia Civil el papel de chivo expiatorio al precio que sea, es decir, con los beneficios públicos y secretos que merezca el acuerdo.También pudiera ocurrir que Roldán haya vuelto ni vivo ni muerto, sino todo lo contrario. De ser así, la mercancía sería rechazada por la opinión pública como impresentable porque, tal como se h a conformado el mecanismo de recepción de mensajes sobre la corrupción, se espera de Roldán que diga lo que hasta ahora no se ha oído. Si Roldán defrauda y no se revela como un gran clarificador o como un gran fraude, los ánimos no se van a tranquilizar y el paisanaje va a pedir que le devuelvan los cuartos que le ha costado la entrada para el Gran Espectáculo. El paisanaje necesita que Roldán diga quién es el señor X y a continuación despeje todas las incógnitas del abecedario o bien que sea evidente su condición de estafa y ratifique la impresión masiva de que la política está en manos de estafadores capaces de ir a buscar comparsas a Bangkok.
Durante 24 horas se ha instalado la tregua falsamente versallesca que obliga a un consenso coral proclamador del triunfo del sistema democrático, capaz de que ningún delincuente escape a su castigo. No hay que hacerse ilusiones. La oposición no va a permitir que el Gobierno se sienta ratificado por un éxito y tras los parabienes empezará la presión crítica por otros procedimientos. Para la oposición sólo es rentable un Roldán denunciador o un Roldán vendido, y ni siquiera sería aceptado un verosímil Roldán que hubiera hecho de la Dirección General de la Guardia Civil su negocio privado, valiéndose del clima de impunidad con el que se comportaba el Estado Delincuente en general. Y al calificar de Delincuente el comportamiento del Estado instalado en la doble verdad sublimada de la do ble moral financiada por la doble contabilidad, no voy mucho más allá de las clarificaciones que al respecto hiciera un general tan estadista como Saénz de Santa María.
Tal vez el retorno forzado de Roldán marque a la vez la apoteosis y el principio del fin del espectáculo, con el riesgo de un desencanto generalizado ante la posibilidad de que ya sea imposible esperar el más difícil todavía. La musculatura receptora del espectador se ha ido creciendo desde el escándalillo Juan Guerra hasta el retorno de Roldán desde el Sudeste Asiático, a manera de animal híbrido de turista de living sex y soldado norteamericano perdido por los laberínticos túneles del Vietcong. Yo no sé cómo va a salir este país de la droga dura del escándalo de todas las mañanas y se añorará a Roldán como la gran esperanza de traca final que quizá no sepa o no pueda estar a la altura de lo esperado. Ignoro la cantidad de dinero que Roldán se haya podido agenciar por procedimientos reservados, dentro o fuera de la natural reserva que preside la reservada distribución de los fondos reservados. Pero cabría hacer un balance de lo que Roldán ha costado y de los beneficios que ha producido dentro del mercado del espectáculo político. Roldán ha sido una costosa inversión del Gobierno a lo largo de muchos años, pero durante 305 días ha alimentado la imaginación de un país entero, los comentarios de los columnistas, tertulianos, profesores de ética, obispos, cantantes de ópera, viudas de militares, travestis, fundamentalistas islámicos, fundamentalistas en general. Varios escritores nos hemos alimentado con sus espectaculares pecados, así como artistas del comic y caricaturIstas de revistas musicales. Una materia prima así no se improvisa y tal vez algún día lamentemos que haya vuelto ni vivo ni muerto, sino todo lo contrario, como un delincuente residual, vencido por la lógica implacable de un Estado que conservará impunes sus delincuencias esenciales, a costa de sacrificar a sus delincuentes en nómina.
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