El relevo de las mujeres dimisionarias fragmenta las corrientes en IU
El consejo político regional de Izquierda Unida salió ayer del hotel Chamartín, donde se reunió, con las listas para el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid totalmente cerradas, y sus heridas internas más abiertas que nunca. Las cuatro candidatas que renunciaron al. cargo -por no incluir la dirección la cuota mínima de un 35% de mujeres en todos los tramos de esas candidaturas- fueron sustituidas por políticas teóricamente afines a sus sensibilidades con un respaldo superior al 70% de los miembros del consejo. El concejal y el diputado que se solidarizaron con esa reclamación, también. Esas cicatrices saltaron por los aires al negarles validez a esos relevos los portavoces de sus corrientes.Suceda lo que suceda en las próximas semanas, con nuevas renuncias o impugnaciones a las comisiones regional y federal de garantías, en las listas de Izquierda Unida para el Ayuntamiento y la Comunidad no se producirán más incorporaciones. Si se registran vacantes se rellenarán corriendo los puestos libres con los siguientes, y así hasta los suplentes. La oferta electoral de IU, por tanto, quedó compuesta ayer con algunas sorpresas, mucha crispación y divisiones que no parecen subsanables.
Tras la fachada feminista del debate provocado por el incumplimiento de la cuota de mujeres en las listas de IU se esconden, seguro, otros intereses por parte de cada uno de los sectores en litigio. El mal tono y el nivel de los ataques casi personales empleados durante el consejo político regional de ayer así lo demuestra.
Tanto desde el sector ortodoxo, que controla la diputada dimisionaria Susana López, como desde Nueva Izquierda, propulsados por la senadora Isabel Vilallonga, se calificó como "un chantaje bochornoso" la intentona de la dirección de que los candidatos díscolos firmasen en un escrito, como primera medida, su ratificación a permanecer en las listas. Vilallonga, que renunció a ir en la candidatura antes de que surgiese todo este proceso, comentó que para forzar las sustituciones se había "jugado con las debilidades personales de la gente y hurgado en las miserias de la organización".
La dirección de Nueva, Izquierda se vio sorprendida porque en el lugar pactado para su diputado Javier Doz, número siete para la Asamblea y dimisionario en solidaridad con la reivindicación de las mujeres, la organización colocó a otro hombre hasta ayer de su sector, Adolfo Gilaberte. Este diputado no había encontrado hueco para repetir en las primeras negociaciones y no hallaba salida a su situación económica a partir de mayo.
La dirección de IU rescata de otras corrientes a candidatos para cubrir los huecos en las listas.
La mayoría que controla ahora la organización de Izquierda Unida de Madrid, reforzada tras los resultados de las votaciones del Consejo Político Regional de ayer, argumenta que los diputados-as, concejales y militantes que expresaron su oposición a las listas por la escasa presencia de mujeres utilizan este argumento como excusa para "descalificar" a la actual dirección. Además, culpan a los propios sectores de no respetar la cuota femenina en sus porcentajes cuando se pactó hace un mes la importancia de cada corriente. Este hecho se ha demostrado totalmente cierto y es precisamente uno de los motivos de la subdivisión de esos sectores.
Atomizadas
La realidad es que las tres sensibilidades políticas vigentes en IU hasta ayer salieron de la cita dinamitadas, aunque hay quien afirma que ya lo estaban previamente. Los distintos porcentajes de representatividad, aparentemente consolidados el pasado mes de noviembre durante la IV Asamblea Regional, se volvieron a trocear. En aquella reunión, la mayoría al frente de la dirección recabó el 56% de los apoyos y acaparó los primeros puestos de las listas, que encabezan Ángel Pérez para la Comunidad y Paco Herrera para el Ayuntamiento. Los ortodoxos de Susana López, más fieles a Julio Anguita, obtuvieron el 29,7%, y la Nueva Izquierda, liderada por Isabel Vilallonga, el 7,3%.
Es complicado medir la trascendencia de las particiones constatadas ayer en estas sensibilidades, que serán más apreciables en las próximas semanas y meses. José Antonio Moral Santín, diputado autonómico, cerebro en la sombra de la nueva mayoría y presidente de Telemadrid, habló del peligro de las "corrientes-partido", y el secretario general, Ángel Pérez, en su misma línea, alertó sobre la gravedad de tener que negociar todo en una organización de sectores que no tienen censo, direcciones o disciplina. Pérez fue el primero en aplicar ayer el bisturí al formular, en su informe inicial, una propuesta para salir de la reunión con las listas cerradas definitivamente tras tres meses de debate: sustituir desde la dirección a las dimisionarias, individualmente, por otras mujeres de sus mismas sensibilidades.
La alternativa lanzada desde Nueva Izquierda de que fuesen esas corrientes las que pusiesen los nombres de las sustitutas no cuajó porque la mayoría de los presentes la rechazó.
Ángel Pérez, entonces, comunicó que la lista del Ayuntamiento no precisaba sustituciones porque el edil dimisionario José Luis Pestaña -objeto de veto precisamente de la mayoría en el anterior consejo por no tener el apoyo del candidato Paco Herrera- no había presentado por escrito, su deseo de permanecer en el puesto número nueve entonces pactado. La lista municipal corrió números y fue respaldada por 64 votos de 86 (74%) pese a la pelea desatada dialécticamente en la sala por la concejal Begoña San José. Esta edil de la corriente mayoritaria fue la primera que renunció a repetir si no se respetaba la cuota mínima del 35% de mujeres, pero no pudo convencer a sus compañeros de que la reivindicación no perseguía otro objetivo que conectar con una demanda social y tan de izquierdas como los movimientos feministas.
La bronca se acrecentó con las sugerencias de la dirección para tapar fugas en la lista de la Comunidad. Tras el propio Angel Pérez como número uno surgió la brecha. La teórica número dos, Susana López, había presentado su dimisión y una impugnación. La dirección halló a su sustituta en el seno de su corriente con Virginia Díaz. López amenazó con no retirarse, originó un buen revuelo, pero acabó por no firmar el papel que se le exigía para quedarse.
La salida de Doz (7) se tapó con Gilaberte; la de Teresa Nevado (16), con Teresa Bienh, y la de Maite Martínez (21), con Sonia Arroyo. En la votación global, 63 miembros la ratificaron. En las individuales, Gilaberte, ausente de la sala, recabó 49 apoyos. Los renovadores Doz y Nevado fueron increpados hasta con insultos. A Doz, un destacado dirigente de la mayoría le llamó "golfo" poco antes de echarle la mano a una bota de vino. A Nevado, San José y López, hasta militantes femeninas les negaron "autoridad ética y moral" para pedir lo que solicitaban. Todas ellas, y hasta Vilallonga, aseguraron que se habrían contentado con cambiar a un hombre de los 10 primeros del Ayuntamiento por una mujer y a otro de los 20 primeros de la Comunidad.
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