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El caso de las escuchas ilegales enfría la relación entre Balladur y Pasqua

Enric González

Édouard Balladur, primer ministro y candidato a la presidencia de Francia, se esforzó ayer por limitar los daños causados por las escuchas telefónicas ilegales del caso Maréchal. Consideró que el asunto, una operación urdida desde el Ministerio del Interior con el fin de paralizar un sumario sobre las finanzas gaullistas, era en lo que a él concernía "un simple" error, ya subsanado con la destitución del director de la Policía Judicial, y renovó un apoyo cada vez más frío a Charles Pasqua. Mientras tanto, los sondeos muestran que la candidatura de Balladur pierde fuelle.

El caso Maréchal ha tocado en la línea de flotación a la candidatura Balladur-Pasqua. El primer ministro lo había apostado casi todo por Pasqua, el hombre que podía proporcionarle votos de la extrema derecha,, y se daba por seguro que le cedería su actual puesto al frente del Gobierno en caso de acceder él a la presidencia. Ayer, después de quedar desvelado el montaje de Pasqua para desestabilizar a un juez y, sobre todo después de que Pasqua lograra de Balladur el placet para una escucha telefónica que resultó ilegal, la relación entre ambos mostró signos de enfriamiento.Balladur hizo una escueta declaración en favor de su ministro: "Pasqua es muy buen ministro del Interior y, en tanto que tal, cuenta con toda mi confianza". Solamente en tanto que tal. ¿Se esfumó la confianza necesaria para tenerle como segundo de la candidatura y como sucesor in pectore? Tras la reunión que mantuvieron ambos ayer por la mañana, no hubo declaraciones. Pasqua abandonó el palacete Matignon sin ganas de hacer comentarios.

La noche anterior, como remate al lunes negro de la candidatura de Balladur, un Pasqua furioso se había explayado, durante un mitin en Marsella, contra la prensa ("basta con que aparezca un artículo trufado de contraverdades en Le Monde o Libération para que ésa sea la verdad"), contra los socialistas, a los que acusó de haber encubierto el asesinato de un religioso en 1990, y contra su antiguo amigo y jefe Jacques Chirac: "Aquellos que combaten contra sus compañeros", tronó, "traicionan a sus compañeros".

Queda por ver si el caso Maréchal "está cerrado", como afirmó ayer el portavoz de Balladur, Nicolas Sarkozy, y si la destitución de Jacques Franquet como director de la Policía Judicial será un fusible suficiente como para evitar el cortocircuito de Pasqua. Como aviso contra el uso que los rivales socialistas pudieran seguir haciendo del asunto, Balladur recordó ayer que, desde el Elíseo, François Mitterrand había ordenado escuchas ilegales de forma masiva. Pero el gran enemigo de Balladur es su correligionario Jacques Chirac. El ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, no se privó de exhibir sus simpatías por Chirac y hurgar en la herida de Balladux cuando defendió la necesidad de investigar "hasta el fondo" todas las implicaciones del "muy grave" caso Maréchal.

Jacques Chirac, cuya candidatura parecía ya perdida, emipieza a cobrarse las rentas de les tropiezos de Balladur. En una encuesta realizada durante el fin de semana, cuando el alcalde de París ya había presentado su programa "por el cambio y contra el inmovilismo" y Balladur había protagonizado su enésima retirada frente a los estudiantes, pero aún no había estallado el escándalo de las escuchas ilegales, Chirac y Balladur aparecieron empatados, tanto en la primera como en la segunda vuelta. Tanto uno como otro vencerían fácilmente en la segunda vuelta, según dicho sondeo, al candidato socialista Lionel Jospin.

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