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LOCALES

El Ayuntamiento amenaza con cerrar el teatro Alfil en una semana si no cesan los ruidos

La sombra del cierre vuelve a alargarse sobre el teatro Alfil. La concejal del distrito Centro, María Antonia Suárez, afirmó ayer que, si dentro de una semana se demuestra que el local sigue incumpliendo las ordenanzas de medio ambiente (por exceso de ruidos) y de protección civil, cerrará el Alfil. Suárez asegura que en la última medición de decibelios realizada la semana pasada los niveles superaban "con mucho" el máximo permitido. Sin embargo, los dueños de la sala explican que ese "mucho" fueron sólo cuatro decibelios en el máximo nivel de emisión.

"El cierre no será definitivo; tendrán tres meses para, realizar las obras necesarias"; añade la concejal. "Hablé con Jaime Lissavetsky [consejero regional de Cultura] y con Ramón Caravaca [viceconsejero] para buscar la forma de ayudar al Alfil; la sala ha recibido nueve millones para arreglar el local, yo no soy quién para pedir cuentas de ese dinero, pero ¿dónde está?", se pregunta.Para Suárez, el hecho de que los espectadores de la sala y la compañía que actuaba el pasado sábado hayan presentado una denuncia por, los ruidos -realizados por los vecinos como protesta por el nivel de decibelios- que impidieron la normal representación de la obra Amor de loco, de Sam Sheppard, confirma que el local no está correctamente insonorizado.

Los propietarios del Alfil argumentan que han invertido 30 millones el pasado verano en el aislamiento acústico del teatro, incluidos los cinco millones que aportó el Ministerio de Cultura y los cuatro de la Comunidad como adelantos con cargo a las ayudas, para rehabilitación de teatros.

Presiones y mala leche

"A la concejal no tenemos que darle ninguna explicación de lo que hemos hecho con el dinero porque del Ayuntamiento y de ella no hemos recibido más que presiones y mala leche", espetan los dueños del Alfil, que, según declaran, no han recibido ningún aviso de cierre todavía."Si la señora Suárez quiere saber si hemos hecho las obras, lo mejor que puede hacer es venir a ver el local, pero por la mañana; por la tarde no creemos que le interese nuestra programación, que es teatro y del bueno", añaden los propietarios. "Todavía estamos esperando el técnico que nos prometió María Antonia Suárez para poder arreglar todo conforme a la normativa; cada vez que viene una inspección nos piden una cosa nueva".

La concejal de Centro ha heredado de su antecesor en el cargo, Ángel Matanzo, los problemas con el teatro Alfil. La amenaza de Matanzo de cerrar el local terminó en nada.

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El teatro siguió abierto, pero el edil perdió su puesto en febrero de 1993, y también su compañero de partido Pedro Ortiz, quien prefirió acudir al teatro a apoyar a los actores de la función en la que se parodiaba a Matanzo.

En la bronca entre el Ayuntamiento y el teatro (buena parte del mundo de la cultura madrileña y española se solidarizó con los dueños y trabajadores del Alfil, Matanzo cruzó insultos y descalificaciones con el cantante Joaquín Sabina) salieron a relucir informes de los departamentos de Medio Ambiente y de Protección Civil que encontraban diversas irregularidades.

La licencia y el silencio

Unos días antes, Matanzo había esgrimido la falta de licencia del teatro para clausurarlo. La licencia para ampliar la actividad de la sala con un café-teatro se había pedido, pero no. se recibió contestación municipal. El silencio de la Administración siempre tiene un sentido positivo para los ciudadanos: el que calla, otorga."Yo sentiré mucho que se cierre un teatro porque me encanta y me parece una de las manifestaciones culturales más interesantes, pero las ordenanzas están para proteger a todos los ciudadanos", agrega Suárez. "No han respetado el compromiso de renunciar a programar actuaciones con música en tanto no se insonorizase el local correctamente", concluye.

Los propietarios del teatro Alfil, sin embargo, aseguran que realizaron las obras de insonorización el pasado verano, y una vez finalizadas éstas retomaron las actuaciones musicales (comenzaron un programa flamenco) o las funciones de teatro con música.

Según los dueños del Alfil, el que los problemas subsistan tras el aislamiento del local puede deberse a que el sonido asciende por un hueco por donde discurren tuberías antiguas en las que no se reparó.

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