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Eric Clapton presenta en Londres su nuevo álbum ante un público maduro

Una audiencia madura ocupó el domingo las butacas del Royal Albert Hall en Londres para escuchar a Eric Claptop en la primera audición en público de su nuevo álbum, From de cradle (Desde la cuna). Escuchar a Clapton en el Albert Hall es un ritual que marca de alguna forma el inicio de la temporada musical de, Londres, superada la poco estimulante cuesta de enero. En esta ocasión había además un interés añadido: escuchar las canciones del nuevo álbum, que suponen un regreso definitivo a sus orígenes, a los sonidos escuchados en la "cuna" por el músico de Surrey, es decir, al blues.Acaso la abundancia de cabelleras capas -en el mejor de los casos, dada la acumulación de espectadores con alopecia galopante- viene a poner de relieve lo lejos que queda la "cuna" ya para el propio Clapton y para muchos de sus entusiastas seguidores congregados plácidamente en la tarde del domingo, sentados en sus butacas en actitud de total -y prácticamente inmóvil- entrega.

Clapton estuvo, sin embargo, entregado a su música y a su público, al que dedicó dos largos bises. Más delgado que nunca, vestido con unos sencillos pantalones blancos y una camiseta azul, afeitada la barba y luciendo sus ya inseparables gafas de montura metálica, Clapton interpretó la mayor parte de las canciones de From de cradle salpicándolas aquí y allá con algunos de sus temas antiguos, como The shape that I'm in, y algún clásico no precisamente suyo, como Ain't nobody's business if ido.

Deficiencias raciales

Precedido por un telonero de categoría, Clarence Brown, que hizo lo que pudo por caldear el ambiente, Eric Clapton desplegó todos sus talentos de guitarrista excepcional, mientras desgarraba su voz para superar las deficiencias raciales que hacen a los cantantes blancos tan incompetentes a la hora de entonar el blues.

La desnudez de las siete primeras canciones, acompañadas por una o dos guitarras acústicas, se vio más tarde revestida -sobre todo en lo que a decibelios se refiere- por el lujo de sonidos de toda la banda que acompaña a Clapton. Un blues más eléctrico y poderoso llenó la atmósfera de la exquisita sala de conciertos y conmovió al, público. Hasta tal punto que una parte de los ocupantes del patio de butacas, en un ataque de entusiasmo, se levantó de sus asientos y se acomodó junto al escenario para acompañar de cerca los sones de Ain't nobody's business if i do. Clapton pareció agradecerlo.

La buena acogida de From the cradle marca en cierta medida la aceptación de su nuevo camino musical. El camino de un artista que, a punto de cumplir los 50 años, considera haber alcanzado en su último álbum el equilibrio largamente buscado. El mismo lo ha dicho: "From the cradle es lo que soy en términos de identidad musical".

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