Los dos líderes de la Liga Norte italiana intentan sin esperanza un acuerdo para evitar la ruptura del partido
Umberto Bossi y su segundo, Roberto Maroni, ex ministro del Interior de Berlusconi, realizaron ayer un intento de última hora para llegar a un acuerdo con el objeto de evitar una ruptura, total que precipitaría la desaparición de la Liga Norte, lo que hizo que se aplazara la apertura real del congreso del partido, inaugurado en Milán. Bossi, que tenía anunciado un discurso para media mañana, ni siquiera se asomó a la asamblea, y Maroni permaneció en sus entornos durante sólo dos horas.El propio Maroni descartó que el acuerdo sea probable -"es demasiado tarde", dijo- mientras un fiel de Bossi, como es el alcalde de Milán, Marco Formentini, aseguró que "el problema de Maroni ha dejado de existir, porque ya está fuera de la Liga". Pero ni siquiera se ve hasta qué punto la permanencia de Maroni dentro de la Liga puede evitar el derrumbe de un movimiento que, a partir de una sola región italiana -Lombardía- y en poco más de una década logró hacerse con casi el 9% del electorado, con 149 alcaldías, más de 2.200 concejalías y cinco ministerios en el Gobierno de Silvio Berlusconi.
Todos los sondeos indican que la incapacidad de Bossi para formular una estrategia susceptible de garantizar la supervivencia de su partido en la posición de bisagra, y los continuos cambios de orientación intentados, desde la alianza con los ex democristianos hacia el pacto con Berlusconi, y vuelta, han reducido a menos de un 3% el electorado potencial de la Liga.
Por otra parte, 50 parlamentarios de los 180 que el partido de Umberto Bossi obtuvo en las elecciones generales del pasado mes de marzo, configurándose como la fuerza con mayor presencia en las cámaras, han sido ya expulsados o han decidido dejar la Liga Norte.
Estos disidentes se reunirán el domingo en Génova para fundar un nuevo grupo orientado a Alianza Nacional (AN) y Forza Italia (F1). A ellos se unirán otros parlamentarios que participan en el congreso de Milán. Su número definitivo depende de que Maroni se una finalmente o no a la reunión de Génova.
Parece indudable, en cambio, que Bossi saldrá reelegido secretario por una asamblea que él controla, y que se encargará personalmente de caldear con aren7 gas federalistas, con peticiones de leyes para que un empresario del calibre de Berlusconi no pueda gobernar, y con invectivas contra "el fascismo" [de Alianza Nacional] y contra los traidores que han vendido los escaños de la Liga.
Este triunfo no impedirá que los acontecimientos sigan su curso natural. Lo mismo ocurre en el otro pilar del centro, el Partido Popular Italiano (PPI), cuyo secretario, Rocco Buttiglione, logró clausurar ayer el Comité Nacional sin que las alas derecha e izquierda del partido llegaran a la ruptura.
Pero el problema resurgirá en cuanto los dirigentes de la izquierda ex democristiana -como el ex ministro de Exteriores, Beniamino Andreatta, o el de Interior, Nicola Mancino- entren en los comités que promueven la candidatura de Romano Prodi a primer ministro. Es probable que el conflicto se resuelva a golpes de expulsión y que, en ese goteo, el PPI se disuelva.
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