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El tono condescendiente de Aznar desconcierta a sus diputados y al resto de la oposición

Javier Casqueiro

JAVIER CASQUEIRO ¿Qué le ocurrió a José María Aznar? ¿Quién le preparó el discurso? ¿Quién le escribió las réplicas y las contrarréplicas? ¿Por qué le aconsejaron que utilizase un tono tan institucional en sus referencias al caso GAL? ¿Cómo es posible que fuesen más duros, claros y contundentes el portavoz parlamentario, Rodrigo Rato, y el secretario general, Francisco Álvarez Cascos, al lamentar la comparación que insinuó Felipe González entre la crisis actual y las turbulencias de los Ejecutivos del primer tercio de siglo? Nadie lo explica de manera determinante y se especula con todo tipo de argumentos.

Diputados de b ase y de la dirección del PP, pero también de la oposición más radical al Gobierno socialista, lamentan la ocasión perdida. Descifran el comportamiento de Aznar y no comprenden su actitud en los días previos y, especialmente, su entrevista secreta con González el 30 de enero: "Cada vez se fía de menos gente y abarca más su desconfianza".Los populares lo expresan de diversas maneras, pero la conclusión es la misma. "La verdad es que, por culpa de la imagen transmitida, no vamos a perder ningún voto, pero podríamos haber ganado unos cuantos", comentan los misericordiosos. Otros se apoyan en el fútbol: "El planteamiento no ha sido bonito ni espectacular ni brillante, pero lo que importa es el resultado". En esta línea pragmática, los más optimistas encaminan ya sus apuestas a los próximos sondeos y a la percepción que presuponen en los ciudadanos: "Podemos haber perdido aquí, pero ya nadie se cree nada de lo que diga o prometa González".

Desde las bancadas del PSOE no se desaprovechaba la ocasión para practicar el humor parlamentario. "Ayer fue el día en que Aznar perdió aquello", ironizaban los guerristas. "Donde no hay mata no hay patata", remachaban.

Personas próximas al líder popular se extrañaban de que no se hubiese recluido varios días para preparar hasta los últimos detalles, como otras veces. Otros apuntaban con nombres y apellidos la responsabilidad del contenido de su intervención en Rafael Arias Salgado, ex colaborador de Adolfo Suárez en UCD, y Pedro Arriola, uno de sus ideólogos.

En el entorno de Aznar se especulaba incluso con que su tono excesivamente mesurado hubiera tenido mucho que ver con su bajo estado de ánimo, qué ha tocado fondo con el asesinato de Gregorio Ordóñez. En cualquier caso, se indicaba también que es grave que no se deje aconsejar en estas oportudidades por dos de sus principales dirigentes.

En este sentido, ha resultado chocante la contundencia verbal de Álvarez Cascos en la víspera del debate para acusar al Gobierno de encubrir y obstruir la investigación de los GAL. El nivel ¿le sus ataques no fue alcanzado ni de lejos por Aznar. El propio secretario general resultó mucho más convincente que él al salir al paso del discurso matinal de González del - primer día. No se cortó, en efecto, al equiparar los escándalos actuales con las polacadas de mediados del siglo XIX. El portavoz, Rato, también superó a Aznar al destacar lo desesperado que debía de estar González para tener que recurrir a desenterrar los fantasmas del pasado.

Casi todos los diputados del PP consultados se mostraron sorprendidos por la repercusión negativa reflejada mayoritariamente en los medios de comunicación ante el discurso de Aznar. "No lo entiendo. ¿Qué es lo que tendría que haber hecho? ¿Apuñalarle? Todo lo que tenía que decirle se lo dijo y muy duro, pero, claro, en su tono, porque va a ser el próximo presidente del Gobierno y no puede entrar en los navajeos", indicó uno. Otro fue así de explícito: "Aznar es honrado y un gran organizador, pero no un actor ni un encantador de serpientes como González". Algunos añadieron: "González va a dejar chato a Pinocho y, claro, Aznar jamás va a salir ahí a contar mentiras. Algún día, alguien en España le agradecerá su mesura".

Rato tilda de "refrito de fracasos" la moción del PSOE y CiU

J. C. Los dirigentes del PP sabían que todas sus propuestas estaban aritméticamente condenadas al rechazo del Congreso, pero no se amilanaron e incluso editaron un cuaderno con nueve apartados y 19 mociones en las que se incluían las 90 demandas urgentes que hacen al Gobierno para los próximos 12 meses. Rodrigo Rato tildó de "refrito de fracasos que podía haber hecho cualquier estudiante de bachillerato o hasta un párvulo" la moción conjunta del PSOE y CiU, a la que también denominó la "madre de todas las mociones", en alusión a su carácter excluyente.

Rato se dirigió durante su intervención en el pleno a un auditorio menos expectante que la víspera y del que él resaltó la ausencia, en ese momento, de Felipe González. Rato no se privó de epítetos para calificar la resolución de la coalición gubernamental: opaca, bunkerizada, cerrada y hasta sectaria.

El portavoz popular se esforzó en minusvalorar la resolución de PSOE y CiU: "Esperábamos mucho de la madre de todas las mociones, a la que nadie podría añadir nada, y nos hemos encontrado. con un listado de párvulo. Se ve que no les ha dado tiempo a ponerse de acuerdo en los criterios".

El portavoz popular justificó la oposición a, esa propuesta empezando por la forma en que había sido presentada: "Con votaciones cerradas, lo que se nos pide es un cheque en blanco, y eso no se le puede dar a un Gobierno con el pasado del de Felipe González". Y añadió: "Yo he dicho que echaba de menos una política global en materia económica, pero eso no quiere decir sin criterios. No hay que confundir generalidades con globalidades, y lo suyo es una clamorosa generalidad".

Entre las 19 mociones del PP, desarrolladas en 90 reclamaciones bastante más Concretas y propias de un programa de Gobierno, destacan varias sobre un plan de austeridad y reducción de la Administración para facilitar la recuperación económica; la reducción y simplificación de varios impuestos; una declaración de intenciones sobre privatizaciones de empresas públicas, y otra aún más vaga de respaldo a la independencia del Poder Judicial.

El PP rescató su propuesta sobre una comisión de investigación de los fondos reservados, que ya fue rechazada en el Congreso. Los populares se ceñían al periodo' 1987-1993, pero luego se sumaron a la moción de IU y el Grupo Mixto de pedir la investigación en general de los fondos reservados y los GAL.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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