La cuestión

LA INESTABILIDAD política actual es un problema que afecta a la recuperación económica, y de ahí el interés de todos los ciudadanos en que los políticos acierten con la respuesta más adecuada a la crisis. Lo peor sería el inmovilismo: esperar a que escampe: La salida ideada por el Gobierno de convertir el debate sobre el estado de la nación en una cuestión de confianza disfrazada es, como se ha dicho desde las filas del PP, un sucedáneo. Pero es mejor que nada. Porque supone llevar el debate al Parlamento, y porque en él se harán explícitos, en tomo a una plataforma política, los apoyos parlamentarios con que cuenta el Gobierno para superar al menos el semestre de presidencia española de la Unión Europea. Pero es peor que una cuestión de confianza porque el rechazo de ese trámite por parte de Pujol refleja las reservas del nacionalismo catalán a la hora de asumir un compromiso abierto con la gobernabilidad de España.Así son las cosas, pero es lamentable que Pujol no haya comprendido que el carácter de la crisis actual aconsejaba reconsiderar su negativa a participar directamente en un Gobierno de coalición. Ésa habría sido la consecuencia lógica de un voto favorable a la cuestión de confianza si ésta se hubiera planteado. Incluso es posible que sea justamente por entenderlo así por lo que CiU ha rechazado de entrada esa iniciativa. Habría sido una respuesta comprometida para un partido nacionalista, pero no menos que la situación a la que hacía frente; un compromiso del nacionalismo catalán en la gobernación de España habría sido ahora un factor de estabilidad política capaz de compensar las tendencias que pugnan en sentido contrario y alimentan la incertidumbre.

El Gobierno, por su parte, ha preferido rehuir la presentación, a cualquier precio, de una cuestión de confianza que obligara a su socio a pronunciarse, Tal vez, como se ha dicho, porque es un arma que pretende reservar para el caso de una derrota espectacular en las elecciones locales y autonómicas de mayo, en vísperas ya de la residencia europea. Pero no deja de ser lamentable que rehúya una vía parlamentaria que para muchos era la respuesta mínima a la actual crisis.

A su vez, el Gobierno esgrime el argumento de que tampoco Aznar ha recurrido a la moción de censura, que habría sido su respuesta normal a, la crisis. No lo ha hecho porque piensa que no le conviene: porque sabe que ello le convertiría de examinador en examinado, y por que, corno volvió a ponerse de manifiesto en la entrevista televisiva con Gabilondo, en cuanto precisa mínimamente sus intenciones arriesga perder a un sector del electorado que necesita atraer para alcanzar la mayoría. Y si su postura puede considerarse lógica desde ese punto de vista, no deja de resultar también lamentable.

Así las cosas, lo deseable sería que el debate que hoy se inicia sirva para que las diferentes alternativas a la crisis política puedan confrontarse de acuerdo con los métodos y usos parlamentarios, y para que los ciudadanos sepan a qué atenerse respecto a las consecuencias que para sus intereses y aspiraciones tendría cada una de ellas.