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Dirigentes de la OTAN reclaman manos libres para intervenciones futuras

Destacados líderes de la OTAN reclamaron ayer que la Alianza Atlántica sólo participe en futuras operaciones humanitarias y de paz si conserva manos libres, sin subordinación en el mando militar a otras autoridades como las de Naciones Unidas. En este punto coincidieron los participantes occidentales en el 32º congreso internacional sobre temas de seguridad, que concluyó ayer en la capital bávara, Múnich, con asistencia de más de 200 políticos y expertos de numerosos países.

La experiencia de Bosnia ha escaldado a la OTAN. Políticos y expertos reunidos en Múnich durante el pasado fin de semana coinciden en poner condiciones a las futuras intervenciones de tropas de la Alianza. El secretario de Defensa de Estados Unidos, William Perry, criticó la escasa efectividad de la OTAN en Bosnia. Su colega alemán, el democristiano Volker Rühe, aseguró que "la Alianza Atlántica tiene que extraer las lecciones del compromiso en Bosnia", y fijó una lista de condiciones para futuras intervenciones militares de la OTAN: "La OTAN sólo intervendrá bajo el mandato de la ONU si los objetivos políticos son compartidos por todos los aliados; si existe un concepto militar operativo realizable y si la OTAN puede desarrollar sin obstáculos sus fuerzas y recursos".El lamento extendido en Múnich se orientaba contra las decisiones de la ONU, que han convertido "en una farsa" la intervención de las fuerzas de la OTAN en Bosnia, por falta de competencias. En muchas ocasiones, la exigencia del Consejo de Seguridad de que las fuerzas de la OTAN necesitan el permiso de la ONU para intervenir ha impedido acciones militares consideradas imprescindibles.

El nuevo secretario general de, la organización defensiva occidental, el belga Willy Claes, lo formuló en términos drásticos: "Si la Alianza no puede definir por sí misma las reglas de sus intervenciones militares, tendrán que buscarse otros idiotas para apoyar las acciones de paz".

Retirada

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Flotaba en el ambiente, como una horrible perspectiva la posibilidad de una retirada de las fuerzas de la ONU de Bosnia. El corresponsal de temas militares de la agencia alemana DPA recogía manifestaciones de asistentes al congreso que reflejan el temor ante semejante escenario: "Sería un hito histórico negativo en la historia de la ONU y tenemos que hacer todo lo posible para impedir semejante escenario de guerra". Incluso se registraban diferencias con EE UU sobre a quién correspondería el mando de las tropas de la OTAN en tal operación.

La ampliación de la OTAN y la estructura de la Alianza en el siglo venidero se convirtió en otro de los temas centrales del debate de Múnich. El norteamericano Perry sentó una lista de principios para la extensión al Este de la OTAN: todos los nuevos miembros tienen que comprometerse al defender la Alianza "sin que haya ninguno que se suba al estribo para viajar sin dar a los pedales"; la ampliación no puede llevar aparejada un debilitamiento de la Alianza; los nuevos miembros tienen que admitir los principios de la democracia y la economía de mercado y la OTAN tiene que actuar sobre la base del consenso. Esto exige estudiar cómo se puede aplicar el principio de la unanimidad en la nueva situación sin que la Alianza pierda efectividad.

El ministro alemán de Exteriores, el liberal Klaus Kinkel, añadió como exigencia a futuros miembros de la OTAN que: no introduzcan en la Alianza problemas territoriales o de minorias que no hayan sido resueltos. Kinkel, lo mismo que Perry, trató de borrar la impresión de que la OTAN sea una alianza contra Rusia. Perry insistió en que Rusia no debe quedar aislada tras la ampliación de la OTAN al Este, será informada de cada decisión y deberá participar plenamente en la Asociación para la Paz.

La voz de Rusia en Múnich la aportó un político de la línea reformista y opuesto a la intervención en Chechenia, el presidente de la comisión de Defensa del Parlamento, Serguei Yuschenkov, quien expuso la posición rusa contraria a la ampliación de la OTAN al Este, porque ello, dijo, aumentaría la sensación de aislamiento, reforzaría las tendencias antioccidentales y significaría "un golpe mortal" a la limitación de armamentos.

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