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González afronta su crisis persona y política más grave

El presidente del Gobierno, Felipe González, afronta el miércoles, en la décima edición del debate sobre el estado de la nación, la crisis política y de credibildad personal más grave desde que inauguró por decisión propia este tipo de comparecencias en 1983. González tratará de ganar confianza con el argumento de que tiene proyectos y apoyos suficientes para seguir gobernando. El PP e IU buscarán dejarle políticamente herido de muerte hasta que decida convocar elecciones

El Gobierno tratará de salir del debate del estado de la nación con el mismo efecto práctico que se hubiera extraído de la cuestión de confianza, aunque, sin la necesidad de que los ciudadanos perciban los votos a favor y en contra que hubiera tenido. Esta carta se guarda por si hiciera falta después de las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo, después de que el jefe del Ejecutivo rechazara el pasado fin de semana la hipótesis de la cuestión de confianza que estudiaron durante toda la semana sus colaboradores. Algunos de ellos intentaron convencer a González de que se sometiera a la cuestión de confianza, ante la posibilidad de que el PP se descolgara en él debate de la nación con el anuncio de una moción de censura, con lo que se pasaría a discutir, y a la defensiva, el programa del PP y no los proyectos de González en el debate de la nación.

González agradeció el pasado martes en Santiago, la renuncia en este momento del PP a presentar la censura, en tanto que reconoció la posibilidad permanente de someterse a la cuestión de confianza. La intuición política que se atribuye a González le hizo prever que en esta coyuntura el PP no iba a presentar la moción de censura.

No obstante, la dureza con la que se piensa expresar el presidente del PP, José María Aznar, hace que el presidente se piense en esta ocasión más que nunca el contenido de su discurso del miércoles. González vive la situación política "más complicada" de su largo mandato, según reconoció la pasada semana. Los sondeos de opinión sitúan a su partido nueve o diez puntos por debajo del PP y su patrimonio de credibilidad personal sigue un camino descendente. El objetivo del PP y de Izquierda Unida de apuntar directamente a la cabeza del líder de los socialistas va cumpliéndose poco a poco.

La necesidad de demostrar que tiene un proyecto político a desarrollar, al menos, durante todo este año, -aunque previsiblemente en el debate se referirá a toda la legislatura-, que tiene apoyos parlamentarios suficientes para llevarlo a la práctica y su compromiso personal de colaborar con la Justicia para el esclarecimiento de todo hecho irregular o ilegal, constituyen los retos de González.

El jefe del Ejecutivo sabe que tiene el apoyo numérico de CiU y que goza en este momento de una unidad interna de partido como no se veía desde hacía años. Los socialistas comentan con amarga ironía que las desgracias y los ataques de la oposición han conseguido unirles. En las últimas reuniones de la ejecutiva federal del PSOE siempre hay un momento en el que el vicesecretario general, Alfonso Guerra, toma la palabra para reafirmar el apoyo sin fisuras del partido a su secretario general, Felipe González.

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El coordinador general de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, Julio Anguita, reunió, el pasado viernes a la presidencia de IU para escuchar opiniones. Después de hacer la ronda, Anguita se retiró a un pueblecito a 130 kilómetros de Madrid para preparar en soledad su discurso. Hasta la tarde de mañana no lo dará a conocer.

El portavoz de CiU, Joaquim Molins, también sacará los casos de corrupción y el GAL para pedir su esclarecimiento, y después pasará a remachar asuntos socio-económicos. La duda está en el PNV. Iñaki Anasagasti se ha mostrado estos días molesto al sentir que su grupo es tratado como "mera comparsa" por el Gobierno. En todo caso, Anasagasti es partidario de la "estabilidad".

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