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EEUU impone sanciones comerciales a China por la 'piratería' de productos norteamericanos

Antonio Caño

Estados Unidos y China pusieron ayer fecha -el 26 de febrero- para el inicio de una guerra comercial que promete paralizar el acercamiento entre dos colosos económicos y políticos de cuya relación depende buena parte de la estabilidad mundial. Washington anunció ayer un paquete de duras sanciones contra los productos de importación chinos, y Pekín respondió inmediatamente con la prohibición, entre otras sanciones, de los medios por los que se introduce en China la cultura norteamericana: los coches, las películas y los programas de televisión made in USA.

Cumpliendo con su amenaza reiterada, el representante de Comercio de Estados Unidos, Mickey Kantor, anunció ayer que su país impondrá una carga arancelaria -impuestos a la importación- del 100% sobre una gama de mercancías chinas que representan 1.060 millones de dólares (unos 140.000 millones de pesetas). "No podemos quedarnos parados mientras los intereses de nuestras industrias de más rápido crecimiento, de nuestras industrias más competitivas, son sacrificados en China", declaró Kantor en un comunicado.Se trata, según recalcó la más alta autoridad norteamericana en materia de comercio exterior, "de la mayor acción de represalia jamás decidida por Estados Unidos". "Ya había advertido", añadió Mickey Kantor, "que tomaríamos medidas para reducir el acceso chino a los mercados norteamericanos si China no protege nuestros software de computadoras, productos farmaceúticos, agrícolas y químicos, trabajos audiovisuales, libros, periódicos y marcas cornerciales".20 meses de negociaciones

Estados Unidos ha protestado con insistencia, durante más de 20 meses de negociaciones, de que las fábricas chinas hacen una sistemática piratería de esas mercancías norteamericanas y las colocan en los mercados, principalmente asiáticos, a precios diez veces por debajo de los reales. Según las informaciones difundidas por Kantor, están identificadas al menos 29 fábricas de discos compactos en la costa sur de China dedicadas a la piratería de productos y patentes. También según cálculos de Washington, la industria audiovisual y farmaceútica estadounidense pierde cada año unos 830 millones de dólares por la copia o reproducción de productos; y las empresas programas de computadores pierden otros 320 millones de dólares. Incluso se sostiene en la Administración norteamericana que algunas de las empresas piratas tienen conexiones con las autoridades chinas.

En su decisión, el Gobierno estadounidense deja 22 días de espera antes de que las sanciones entren en vigor, pero es dudoso que en ese plazo negociaciones entre los dos países puedan evitar la guerra comercial. Kantor explicó que esta demora no es para dar tiempo a las conversaciones, sino para permitir que pasen la frontera en las condiciones actuales los productos chinos que ya están camino de Estados Unidos.

Apenas media hora después del comunicado de Washington, una nota del ministerio de Comercio Exterior de China contestaba con sanciones casi idénticas "por la necesidad de salvaguardar la soberanía y la dignidad" de ese país. Según Pekín, en los últimos 10 años se ha levantado un complejo y completo sistema de protección de los derechos de propiedad intelectual en su territorio. En su opinión, las acusaciones de piratería son un invento de quienes quieren "imponer empresas y editoriales exclusivamente extranjeras".

El Gobierno chino impondrá, también a partir del próximo día 26, un arancel del 100% sobre cassettes, discos compactos, rollos de película, elementos de computadoras, video juegos, bebidas alcohólicas, cigarrillos y cosméticos. Estados Unidos vende en China casi 14.000 millones de dólares al ano. Al mismo tiempo, los dirigentes comunistas han decidido suspender por completo las importaciones de películas de cine, programas de televisión, vídeos y discos láser producidos en Estados Unidos.

Además, el Ministerio de Comercio Exterior ha ordenado también la suspensión de las conversaciones que sostenían con las empresas de automóviles norteamericanos para proyectos de fusión con marcas chinas. Asimismo, el Gobierno chino cancelará, a partir del día 26, la aprobación del establecimiento de empresas filiales o de oficinas de representación en China de industrias de Estados Unidos pertenecientes a esos sectores, así Como del químico y del farmaceútico. El castigo contra el cine y los automóviles es, tal vez, el más significativo desde el punto de vista político y económico. El mercado chino, potencialmente de 1.200 millones de consumidores, es sin duda el más atractivo del mundo, por su volumen, evidentemente, y por su escaso grado de saturación. Un retroceso en la penetración norteamericana, tanto cultural como económica, puede causar un serio daño a Estados Unidos de cara al futuro.

Para China, aunque las sanciones tan sólo afectan a un 5% del total de 21.460 millones de dólares que en el ejercicio de 1994 vendió en el mercado norteamericano -sin tener en cuenta lo que pasa por Hong Kong-, está guerra supondría, sin embargo, un importante freno en su acelerado crecimiento económico de los últimos años. Si se considera que las exportaciones chinas a los Estados Unidos crecieron en casi 5.000 millones de dólares entre 1993 y 1994, cualquier obstáculo que detenga ahora. ese ascenso espectacular es un. grave problema interno para el, Gobierno chino y para el país.

Más aún porque este conflicto se produce justamente cuando la nación más poblada de la Tierra se encuentra en medio de un delicado proceso de sucesión del hombre que ha sido impulsor y guía de los últimos cambios en China, Deng. Xiaoping.

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