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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La paz que no llega

EN UN momento en que las negociaciones para la paz en Oriente Próximo parecen estar al borde del fracaso, la cumbre de El Cairo en la que han tomado parte el presidente egipcio, Mubarak; el primer ministro israelí, Rabin; el rey de Jordania, Hussein, y el jefe de la Autoridad Palestina, Arafat, constituye en sí misma, al margen de sus nulos resultados concretos, un hecho político positivo.Arafat, presionado por sectores muy hostiles que preconizan incluso el retorno a la violencia, consigue con esa reunión mantener la esperanza de que siguen existiendo posibilidades de progreso por el camino de la negociación. Para Rabin, cuya popularidad ha caído verticalmente después de los últimos atentados del terrorismo islámico (ciertos sondeos indican que sería derrotado por la derecha del Likud en caso de elecciones), el encuentro de El Cairo es una demostración clara, con vistas a la opinión israelí, de que perdura en el mundo árabe una voluntad de proseguir los esfuerzos de paz. En cuanto, al rey Hussein, marginado de las cumbres árabes después de su posición en la guerra del Golfo, ocupa de nuevo un lugar importante ante problemas que le tocan directamente.

. Sin embargo, en cuanto a las decisiones, la cumbre ha sido muy pobre. El tema central que se trataba de desbloquear era el de las negociaciones palestino-israelíes para pasar de una autonomía ridícula (por su limitación a la zona de Gaza y Cisjordania) a una autonomía auténtica que abarque la Cisjordania en su conjunto. Rabin ha aceptado que se reanuden en un plazo inmediato las conversaciones sobre las elecciones de un órgano palestino preparlamentario; sin embargo, al no fijarse fecha para negociar la retirada de las tropas israelíes, todo queda en el aire. Es absurdo pensar en elecciones sin la previa retirada de los soldados israelíes.

Otra cuestión fundamental, y que figura en primer plano entre las causas del terrorismo islámico, es el problema de los asentamientos judíos que se están extendiendo en el territorio cisjordano, sobre todo en los alrededores de Jerusalén. Rabin está incumpliendo en este punto lo acordado en Washington y en otras reuniones, por sus concesiones a los grupos extremistas enemigos de la paz. Seguir con los asentamientos es incompatible con el compromiso de retirada del Ejército israelí y con la perspectiva de la creación de un Estado palestino. Es significativo que los tres participantes árabes de la reunión de El Cairo hayan coincidido en pedir a Rabin que cambie su política en esta materia.

Como lo explica en un reciente artículo el antiguo embajador israelí en España ShIomo Ben Ami, quizá ha llegado el momento en que, para adelantar el proceso de paz, haga falta no sólo abordar cuestiones inmediatas (como las elecciones en Cisjordania), sino las soluciones de futuro: el estatuto político definitivo para los, territorios palestinos (o sea, la creación del Estado palestino), sus fronteras, el estatuto de Jerusalén. Son temas complejos y es dudoso que Rabin tenga hoy la autoridad suficiente para obtener sobre ellos posiciones aceptadas por la sociedad israelí.. Pero hay cuestiones más inmediatas, como la de los presos políticos palestinos en cárceles israelíes, en las cuales Rabin tarda excesivamente en cumplir los acuerdos que ya han sido adoptados.

Tanto en el campo israelí como en el palestino hay grupos extremistas que hacen todo para que fracase el avance hacia la paz. Pero será muy difícil que, Arafat pueda reaccionar con eficacia contra sus extremistas, que logran hoy una mayor audiencia ante un proceso de paz paralizado, si no dispone de argumentos serios, entre ellos la disposición de Tel Aviv a liberar a los presos.

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