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Tribuna
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Mexico: entre Norte y Sur

El desplome del nuevo peso mexicano (NPM) en los mercados de cambio ha arrastrado a esta divisa hacia nuevos máximos de depreciación frente al dólar. Las cotizaciones actuales de 6,40 NPM/dólar, con una depreciación acumulada frente a la divisa estadounidense del 85%, representan algo más que una pérdida de poder adquisitivo: significan más inflación y más deuda externa. Este colapso, aunque no es el primero de los últimos meses -en junio pasado fue el bolívar venezolano-, adquiere un alcance sin precedentes desde que hace cinco años se iniciara el boom de los mercados emergentes. En primer lugar, por su condición de país miembro de la OCDE, y en segundo lugar, por sus implicaciones sobre los países latinoamericanos.Asimismo, México afronta un problema, de liquidez a corto plazo sobre la manera de amortizar la deuda con vencimiento en éste año qué asciende a casi 30.000 millones de dólares. Si bien por el momento esta situación no significa de por sí un riesgo evidente de suspensión de pagos como en la crisis de la deuda de los años ochenta es de rigor reconocer que los ratios de solidez financiera de esta economía se han deteriorado profundamente tras la devaluación. En concreto, la inflación podr1a dispararse por encima del 301/o y el saldo de la deuda externa representa actualmente un 75% del PIB, cuando hace dos meses no superaba el 50% -en 1986 alcanzó un máximo del 83%.

El agravamiento de la crisis mexicana -que se ha mantenido latente desde finales de 1993- con la devaluación del peso ha puesto de manifiesto la fragilidad, de un modelo económico sustentado básicamente en la confianza de los inversores extranjeros. El elevado desequilibrio de la balanza por cuenta corriente, que en 1994 alcanzó un 7,5% sobre el PIB, ha hecho recaer sobre la balanza de capitales el papel de protagonismo en la estrategia de crecimiento económico. Los inconvenientes de una dependencia tan estrecha sobre una variable tan difícilmente controlable como, impredecible resultan obvios. Esta alternativa obliga a mantener en todo momento la credibilidad en el exterior tanto desde la vertiente financiera, como desde la política. Sin embargo, México no ha sido capaz de conservar la imagen de estabilidad necesaria, no sólo para continuar atrayendo capitales del exterior, sino tampoco para evitar la salida masiva de los inversores. El plan de ajuste presentado por Ernesto Zedillo a principios de enero dibujaba un escenario ciertamente optimista. y contemplaba la progresiva reconducción en 1995 de los dos principales desequilibrios de esta economía: la reducción del déficit corriente hasta el 4% sobre el PIB y la contención de las tasas de inflación en el 20%.

Las medidas anunciadas carecían de la suficiente concreción y volvían a basarse en el capital externo, esta vez en forma de ayudas, como principal argumento para restaurar la confianza de los inversores. No resulta, en definitiva, difícil explicar las razones de la volatilidad a la que están siendo sometidos los mercados latinoamericanos ni las presiones depreciadores sobre el peso, en función de la mayor o menor probabilidad. de obtener un respaldo financiero en el que el presidente Clinton ya se ha comprometido. De facilitarse finalmente esta línea crediticia por parte de la administración estadounidense, las autoridades mexicanas podrían verse obligadas a aceptar una serie de condiciones rígidas que garanticen la utilización ortodoxa y la devolución de este préstamo, así como acometer reformas estructurales más ambiciosas que las hasta ahora reconocidas.

Paradójicamente, México, el país de referencia para las economías latinoamericanas apenas hace un año, mira ahora a sus vecinos del sur en busca de sistemas monetarios que garanticen el apoyo financiero del norte. Las políticas emprendidas en Chile en 1982 o el mecanismo de currency boards aplicado por Argentina en 1991 parecen las alternativas más factibles. Pero cualquier de ellas requerirá un sacrificio importante de todos los agentes sociales que en esta ocasión el ' Gobierno se verá obligado a afrontar. Mientras tanto, Latinoamérica contempla con pavor la extensión de los efectos de la crisis mexicana por todos los mercados financieros de la región.

César Cantalapiedra es responsable del Sistema de Información y Consultoría sobre América Latina en Analistas Financieros Internacionales.

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