_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La digestión

Juan José Millás

Toda esta porquería a la que ahora acercamos las narices con la obscenidad del niño que huele su propia caca no es más que el final de un proceso digestivo. No se puede comer tanto y tan mal como en los últimos años, y pretender que las deposiciones consecuentes sean normales. De otro lado, a estas alturas ya sabemos que la cárcel, más que un lugar para la rehabilitación, es el retrete del cuerpo social. Allí van a parar los excedentes del proceso digestivo. Cuando están muy llenas, se tira de la cadena y en paz. Mientras los excrementos que caen al otro lado de las rejas tengan el aspecto que esperamos de ellos, no pasa nada. Lo malo es cuando al analizar las heces se encuentran pedazos enteros de comida sin digerir.En tal caso, o los alimentos eran de mala calidad o los jugos digestivos del cuerpo no funcionan. A la cárcel, por ejemplo, no se puede llegar con el disfraz de doctor honoris causa intacto sin que eso produzca alarma social. Los jugos digestivos están precisamente para convertir la fruta más bella del universo en una caca. Lo raro sería que la fruta nos digiriera a nosotros, y a lo mejor es eso lo que está pasando, que- nos asomamos a la cárcel para ver la textura de la última secreción y resulta que lo secretado tiene mejor aspecto que el cuerpo secretor. Hay mucha gente que, antes que en la cola del paro o en una oficina siniestra, de aprendiz, preferiría estar en Alcalá-Meco, jugando al mus con Conde y Romaní o discutiendo asuntos de Estado con Julián Sancristóbal, mientras en la puerta de la prisión hacen cola, para verte, ex ministros, diputados, cámaras de televisión y, en. fin, gente importante.

Así que habría que tirar de la cadena cuanto antes; lo que pasa es que la tienen ellos, igual que el mango de la sartén. Menos mal que no eran una banda organizada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_