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MANUEL SERRANO: BIÓLOGO MOLECULAR

"El mayor factor de riesgo en el cáncer es estar vivo"

"Cada vez que se encuentra un gen que, sea cuando está inactivado, mutado o activado, tiene relación con los procesos cancerosos, pasa lo mismo: primero se sobrevalora su papel en el cáncer, luego se desacredita y por fin se alcanza el término medio, el justo", explica Manuel Serrano Marugán desde el prestigioso laboratorio de Cold Spring, para situar también su justo término la polémica que ha acompañado a la proteína p 16 y al gen que la codifica, a los que está dedicando todos sus esfuerzos. Respecto al cáncer, señala: "El principal riesgo es estar vivo".Serrano, de 30 años, es español y lleva sólo dos años en Estados Unidos, con una beca postdoctoral de las que resultan imprescindibles para todo aquel investigador que quiera hacer carrera, pero ya ha destacado con varios artículos -el último la pasada semana en Science- publicados en tomo a esta proteína celular que tiene un papel importante en los procesos cancerosos. Y eso que el tema le resultaba casi nuevo cuando llegó al grupo dirigido por David Beach, quien le asignó un proyecto del que "nadie era consciente de que era tan importante", explica el investigador. Venía, al igual que su esposa, María Antonia Blasco (que se dedica, también en Cold Spring Harbor, a una enzima igualmente de moda, la telomerasa) del Centro de Biología Molecular de Madrid, donde le había dirigido la tesis la investigadora Margarita Salas. Ahora son los dos únicos españoles en el laboratorio. La beca le vino de la mano de la Organización Europea de Biología Molecular, a la que pertenece Espana.

La p16 es una recién llegada a la ciencia, aunque esté en las células desde siempre: "Nosotros clonamos el gen de la p16 y caracterizamos su actividad biológica", recuerda Serrano. Luego, varios equipos se pusieron a detectar su presencia o ausencia en los tumores y creyeron describrir (esto fue en 1994) que el 75% de las líneas celulares tumorales no tenían esta proteína, considerada supresora de tumores. Estos cultivos donde se buscó la proteína nacían de células procedentes de tumores de verdad, pero no eran los tumores en sí. "Sé ha visto luego que las líneas celulares son mucho más malignas que los tumores primarios, se producen más alteraciones al dividirse las células en los cultivos". Así que en trabajos posteriores ese 75% en todos los tumores pasó a ser un 80% en los de páncreas, un 50% en esófago, más del 50% en cerebro y leucemias, más de 20% en pulmón y nada en cáncer de mama o cáncer de colon.

Freno celular

Y eso quiere decir que la p16 es una de las proteínas que echa el freno a la división celular, impidiendo que se desboque y de lugar al cáncer. Cuando por herencia o por mutación del gen que la codifica, o por las dos cosas sumadas, la proteína no existe o no cumple su función, puede llega el cáncer. "Y hay otro dato clarísimo", añade Serrano; "la p 16 defectuosa es la causante del melanoma (cáncer de piel) hereditario, que se da a los 20 años".

Así que la p16 no está implicada en el 75% de todos los tumores pero sí es una vía de control de la división celular muy importante, junto a la ya más conocida que pasa por la p53. "Son vías distintas y en cada vía hay más de un gen

[y su proteína] implicados", dice el invesfigador.

Surge la pregunta de si no sería más efectivo ir a las causas de estas mutaciones que dan lugar al cáncer, en vez de a los mecanismos de control celular, pero Serrano recuerda: "Ya conocemos muchos factores, cancerígenos, como el tabaco o el virus de la hepatitis B, pero el principal factor de riesgo es la edad, estar vivo". Al dividirse las células continuamente se producen errores en la copia del material genético, errores al azar, pero cuando alguna de estas mutaciones afecta a la producción de determinadas proteínas, surge el peligro.

"Pero es imposible impedir que ocurran mutaciones", afirma Serrano, que ahora trabaja en hallar el lugar donde se une la proteína p16 a una enzima para inhibir la división de la célula. De ahí a encontrar una droga que haga lo mismo, mimetizando la p16, hay un camino largo pero en que los investigadores va vislumbran el final

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