Hipocondría
La hipocondría es una enfermedad del espíritu. El diccionario la define como "afección caracterizada por tristeza habitual". Y antes de que la jerga se unificara, se designaba como hipocondriacos a quienes, sin padecer enfermedad física alguna, se sentían y a todos efectos lo estaban, enfermos. Como toda neurosis, es una mala adaptación a la realidad, en este caso, a la propia realidad corporal.Una vez más, la realidad social puede describirse y comprenderse por analogía con la del cuerpo humano. La sociedad no menos que el individuo puede estar neurótica y ser calificada de hipocondríaca. Ese es, a mi juicio, el caso español. ¿Qué le ocurre, en efecto, a nuestro organismo socio-político, ?
La situación española no es, ni mucho menos, ideal, pero, en términos objetivos, cae por encima de la media, y debiera tender a mejorar. En el plano internacional se había conseguido una situación bastante buena para una potencia mediana como España, es. En el plano interno, los últimos 18 meses han visto un proceso de integración creciente de la realidad plurinacional de España, los partidos nacionalistas colaboran a la gobernabilidad y dirección política del Estado y la conflictividad interterritorial ha decrecido. La lucha antiterrorista ha alcanzado metas importantes, pese a todos los esfuerzos realizados para desmontar los aparatos de la seguridad e inteligencia estatal. Y, lo que al ciudadano medio importa más, la recuperación económica es incuestionable, tanto en cuanto hace a macromagnitudes como respecto de los efectos que ya han empezado a notar muchos ciudadanos. No es, sin duda, el mejor de los mundos posibles, y si los errores políticos no se hubieran sumado durante muchos años a los sociales, la situación de los españoles podría ser mejor. Pero, aun así, merced al esfuerzo de todos, también del Gobierno, es objetivamente buena y, lo que aún es más importante, tiende a mejorar.
Pero nada importa la carencia de enfermedades orgánicas si abundan las dolencias funcionales y ése también es el caso español. Cualquiera que sea la salud, se recubre con la firme creencia en la propia enfermedad. Se cree estar enfermo y el paciente se siente enfermo. En términos sociales, la opinión sustituye a la realidad, agudiza sus aspectos negativos y oculta los positivos. La crítica y la inculpación sustituyen a las cosas y el improperio hace las veces de crisis y, más aún, dificulta la solución de éstaAhora bien, sabido es que las enfermedades funcionales pueden convertirse en orgánicas. Los males del espíritu se somatizan y adquieren una realidad independiente y autónoma. La úlcera gástrica causada por exceso de tensión nerviosa no es, por psicógena, menos real, dolorosa y peligrosa. Y en ese proceso estamos en España.
Es claro que hay muchas cosas que criticar que corregir y que mejorar en nuestro país. Pero estamos en trance de realizar, desde laderas muy diversas -políticas, institucionales y sociales- una crítica y descalificación global que, para derribar a las personas, no renuncia a destruir las instituciones. Una impugnación total que, como la profecía que se cumple a sí misma, lleva camino de conseguir la. transformación de la dolencia funcional en lesión orgánica. La peseta se debilita tras proclamar su debilidad. La permanente invocación de los obstáculos políticos a la recuperación económica, puede estrangular dicha recuperación. Y a base de hablar de inestabilidad política y de descalificar los esfuerzos en pro de la estabilidad, puede conseguirse una inestabilidad mayor.
La empresa que, como toda tarea histórica, tiene sus protagonistas pero que, con mucho, los desborda, porque la historia la hacen los hombres aunque no siempre como ellos creen hacerla, puede tener uña trascendencia mucho mayor que la de un, cambio de Gobierno. Porque, insisto, una vez somatizado el mal y provocadas, aunque sea por causas psíquicas, lesiones al organismo social, éstas adquiren una capacidad de desarrollo autónoma. Es grave caer en hipocondría porque una vez sumergido en la tristeza no se sale de ella a voluntad y porque sus efectos no son reversibles por el hecho de querer, dejar de estar triste.
¿No cabría, aún, dar una muestra de salud y salir de la hipocondría cuando todavía es tiempo de ello?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.