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Finnal de orquesta

Los mercados reaccionaron agriamente al alarde de seguridad que el maestro de ceremonias Felipe González mostró en el campo económico ante la pantalla de televisión. Según dijo, los mercados se guían más por la capacidad del Gobierno para controlar el déficit público que por las noticias del GAL. Aunque el presidente ya tuvo ayer una respuesta puntual, sería interesante saber si su idea refleja alguna realidad.Antes, una pequeña historia para poner las cosas en contexto. Tras ser elegido presidente de Estados Unidos, Bill Clinton mantuvo diversas reuniones con sus asesores. Uno de ellos, hoy vicepresidente de la Reserva Federal, era el economista Alan Blinder. Tras analizar un plan para reducir el déficit público, su asesor dijo: "Pero después de diez años de trampas, el mercado de bonos probablemente no responda". Clinion se puso, ansioso y no podía creer lo que había escuchado: "Quieres decirme que el éxito del programa y mi reelección dependen de la Reserva Federal y un puñado de jodidos traders de bonos?" Según cuenta el periodista Bob Woodward, al otro extremo de la mesa presidencial hubo asentimientos. "Ni una sola discrepancia" (The Agenda, 1994, página 84). Blinder tuvo razón: aún sin crisis política, los bonos de largo plazo. vienen dando desde los primeros días un dolor de cabeza a Clinton.

El mercado de bonos es hoy día el mercado por excelencia. En Estados Unidos todo el mundo se refiere a el para definir los mercados financieros incluyendo a la Reserva Federal (banco central). En España pasa algo parecido. Y Felipe González no es más listo que Bill Clinton por el hecho de que, a diferencia de aquél, ha gozado del apoyo de eso s mercados. El matiz más importante de la situación actual es que los mercados ya no confían en la capacidad de González para poner en práctica las medidas que propone. Las noticias que afectan la estabilidad del Gobierno a pesar de la aritmética parlamentaria refrescan a diario el temor a la crisis.

Felipe González es ahora la víctima de su propia popularidad entre los mercados en tiempos pasados. Los mercados financieros (bonos, divisas, valores) intuyen que la situación española se italianiza primero para mexicanizarse ahora, esto es, los diques de control y planificación mínimamente necesarios van agrietándose por meses y ahora por días. En este contexto, toman posiciones aquéllos que pueden ganar pequeñas diferencias con la cotización de la peseta en un movimiento especulativo que: ya tiene carácter institucional.

La peseta González (para utilizar la forma francesa de identificar el franco con sus presidentes) ha conocido desde septiembre de 1992 hasta el 13 de mayo de 1993 tres devaluaciones: 5%, 6% y 8%. Pero a estas depreciaciones oficiales debe sumarse el deslizamiento de facto desde septiembre de 1993. La peseta estaba sobrevaluada. Pero, a la vista ¿le la competitividad actual de las exportaciones -la última devaluación fue hace 18 meses los movimientos no se basan en fundamentos económicos, sino en la desconfianza ciega mezclada con el oportunismo de los mercados.

Las palabras de González ya no son escuchadas. Incluso su afirmación sobre la voluntad de controlar el déficit es hueca. Todos los esfuerzos para reducirlo este año son barridos por la subida de tipos de interés, que añaden a los presupuestos miles de millones en el capítulo del servicio de la deuda española.

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