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Un pueblo abandonado sufre expolios

Un dintel de Navalquejigo se cae y faltan la pila bautismal y las rejas parroquiales

Vicente G. Olaya

Navalquejigo, un pequeño pueblo abanonado y dependiente de El Escorial (8.700 habitantes), que estuvo a la venta el pasado año, se muere. El dintel del Ayuntamiento, levantado en el siglo XIII, está en el suelo y partido en dos trozos desde la semana pasada. El escudo municipal de piedra, que presidía el umbral de la casa consistorial, ha sido golpeado y arrastrado por el suelo. Además, desde hace un año, la iglesia carece de la pila bautismal (labrada en el siglo XIII) y de puertas forjadas (siglo XVI). Los expoliadores han dejado su huella sin que nadie lo impida.

"Navalquejigo está completamente abandonado. El Ayuntamiento [de El Escorial] no hace nada para evitarlo", comenta el concejal del PP, en la oposición, José Luis Martín. El edil relata que "poco a poco Navalquejigo se va muriendo". Martín asegura que cualquier anticuario pagaría millones por los elementos arquitectónicos sustraídos de la iglesia. El concejal recuerda: "Hasta hace siete años, en la parroquia de Navalquejigo se oficiaba misa. Había unas tallas muy valiosas que tuvieron que ser guardadas en dependencias municipales para que no fueran robadas. Sin embargo, las campanas no pudieron ser salvadas. Alguien se las llevó antes".La semana pasada, alguien dio otro terrible golpe a la historia de la villa. Derribó el dintel del Ayuntamiento, construido en el siglo XIII. El pórtico municipal contaba también con una inscripción de 1812 en la que se leía: "plaza constitucional". Fue encargada por los vecinos a un cantero de Galapagar para celebrar la primera Constitución de la historia de España. Actualmente el dintel está partido en dos pedazos y abandonado sobre la tierra.

"Hemos encontrado las barras que los gamberros utilizaron para hacer palanca y derribar la centenaria puerta", dice Martín. El escudo municipal fue arrastrado también por el suelo. "Lo hemos recuperado y guardado provisionalmente. Los gamberros también han causado daños en algunas cornisas de la iglesia. Esto es una vergüenza", añade.

Plaza de toros y picota

Los restos de este pueblo lo forman una iglesia del siglo XIII (consagrada a la Exaltación de la Santa Cruz), una picota (columna donde se ajusticiaba a los reos de muerte), una plaza consistorial, la fachada del antiguo Ayuntamiento, una plaza de toros y varias viviendas de pastores y labriegos. En los años cuarenta, el último de los habitantes de Navalquejigo abandonó el pueblo en busca de mejores condiciones de vida. Todavía, algunos de sus vecinos viven y trabajan en las urbanizaciones que rodean la villa. Desde hace casi un año, el conjunto arquitectónico se vende por unos cien millones de pesetas.

El Ayuntamiento de El Escorial desconoce con exactitud a quién pertenece actualmente el pueblo. Sólo se tiene constancia de que, a principios del siglo, la familia Arroyo (emparentada actualmente con Mario Conde) adquirió el conjunto arquitectónico y las fincas que lo rodean. "Se cree que fue vendido a un empresario, pero no lo podemos asegurar", explica el concejal de Urbanismo, Lucas Reguilón, del PSOE.

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Este periódico habló ayer con el intermediario que llevó la operación de venta. Esta persona aseguró no recordar el nombre de los actuales dueños, pero confirmó que el pueblo sigue en venta.. "Los propietarios están dispuestos a atender cualquier oferta", explicó.

Actualmente, El Escorial reivindica como edificios de propiedad pública el Ayuntamiento, la iglesia, la picota y las calles. "Nadie puede poner a la venta los edificios públicos", recuerda Reguilón.

El concejal anuncia que el Ayuntamiento recogerá los restos derribados de la antigua casa consistorial de Navalquejigo y que éstos serán guardados en dependencias municipales hasta su próxima rehabilitación.

"Tenemos en proyecto recuperar este pueblo y levantar un albergue para visitantes", añade el edil. Reguilón, sin embargo, no está seguro que de hayan sido los gamberros quienes hayan tirado el pórtico del Ayuntamiento. "A lo mejor, su precario estado y los hielos de los últimos días han derribado de manera natural la portada del Ayuntamiento".

100 años de dependencia

Las piedras de Navalquejigo cuentan con siglos de historia. El topónimo de este pueblo procede de la abundancia de quejigos (especie parecida al roble) que siempre han poblado la zona. El nombre de esta aldea aparece, por primera vez, en un texto fechado en 1287. Durante el reinado de Sancho IV, el pueblo formó parte del entonces poderoso Real de Manzanares. Siglos después fue anexionado a la villa de Galapagar.

Sin embargo, en 1748, la duquesa del Infantado, María Alfonsa Hurtado de Mendoza, le concedió el título de villa. El 14 de marzo de ese año se independizó. Durante casi 150 años la villa tuvo sus propios regidores hasta que en 1895 la reina regente la unió a El Escorial. Intentaba así compensar a esta localidad de la pérdida de algunos terrenos colindantes con el cercano San Lorenzo.

A principios de siglo se calculó que 115 fincas componían los terrenos de Navalquejigo.

En 1924, la familia Arroyo compró el pueblo, incluyendo como de su propiedad los edificios públicos. En los años cuarenta, el último habitante de Navalquejigo abandonó el pueblo.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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