Sólo el 20% de los bultos en el pecho tiene carácter maligno o canceroso
Puede ocurrir al salir de la ducha o al desnudarse en el probador, de unos grandes almacenes, como le sucedió a Elvira G. cuando se disponía a elegir un biquini para el verano: notar un pequeño bulto en el pechó. Para muchas mujeres, la sensación es de tal temor mezclado de desorientación, que al principio casi reaccionan con incredulidad y tardan varios días, e incluso meses, hasta que se deciden a acudir al especialista.En mi caso, se trataba de un bulto diminuto, cerca del pezón, que a veces estaba y a veces parecía que había desaparecido", cuenta Elvira G., de 28 años. "me asusté y me palpaba el pecho cada día. Una tía abuela mía fue operada hace años de un cáncer de, mama". Elvira ya había notado tiempo atrás que los senos se le inflamaban más de lo habitual antes de la menstruación y le dolían, aunque no le había dado mayor importancia. La exploración médica confirmó la existencia de otros pequeños nódulos en ambas mamas.
Una revisión anual, mediante ecografías, fue la recomendación del especialista. El diagnóstico: una mastopatía fibroquística. Nada que ver con el cáncer. De hecho, el 80% de los trastornos, mamarios que llegan a la consulta de los especialistas, asociados sobre todo a pequeños bultos, no están relacionados con un proceso canceroso.
El caso de Elvira es tan común que los especialistas no hablan de entrada de patología, sino de una respuesta más del organismo femenino a los cambios hormonales del ciclo menstrual."El término mastopatía fibroquística no está aceptado como tal en todos los casos", explica Francisco Calero, jefe del servicio de Oncología Ginecológica del hospital La Paz de Madrid.
"La mama sufre una serie de cambios con el ciclo menstrual, que en algunas mujeres son evidentes. Crecen los conductos y los alveolos que conforman la glándula mamaria; las mamas se ponen muy turgentes, hay una mayor retención de líquido, y en ocasiones aparecen cambios en el tejido parecidos a tumoraciones, pero todo ello desaparece generalmente con la regla". El dolor en las mamas y la hinchazón, por ejemplo, son los trastornos más frecuentes del síndrome premenstrual.
"La mama es un órgano muy frágil y muy sensible a todos los cambios hormonales", explica Juan Manuel San Román, jefe del servicio de Cirugía Mamaria de la Fundación Jiménez Díaz.
"Los receptores hormonales de la glándula responden de diferentes maneras a esos cambios. Con frecuencia, esas respuestas, en principio fisiológicas, provocan modificaciones en la estructura de la propia glándula y en las células del tejido mamarío, provocando la aparición de pequeños bultos. Lo que se conoce médicamente como mastopatía fibroquística engloba toda una serie de pequeñas lesiones, sin mayor importancia desde el punto de vista clínico, que van desde el dolor y la sensación de inflamación, muy molesta para algunas mujeres, hasta la formación de zonas más nudosas o pequeños quistes", añade este especialista. Los síntomas varían, pero pequeñas lesiones de este tipo se suelen encontrar en la mayoría de las mamas, a partir de los 25 anos, aunque a veces pasan inadvertidas.
Tratamiento con geles hormonales
E. C. Madrid
Los especialistas hablan de patología mamaria cuando los bultos o nódulos, aunque benignos, no desaparecen con la regla, a pesar de que se notan menos. "Casi el 50% de las consultas en ginecología esconden alguna forma más o menos evidente de mastopatía" afirma. Calero.
Un tratamiento hormonal, a base de geles generalmente es suficiente para aliviar las molestias. No es necesario pasar por el quirófano, salvo en casos excepcionales o para afinar un diagnóstico dudoso. Muchos de estos trastornos tienden a desaparecer espontáneamente a causa de un embarazo o también coja la llegada de la menopausia.
En realidad, no sabemos por qué aparecen" continúa Calero. "Parece que existe una estrecha relación con un exceso en la secreción de estrógenos y un fallo en la respuesta de la progesterona. En general, cuando falla ésta es mucho más frecuente. En algunos casos puede asociarse a problemas en la ovulación y en la fertilidad".
Los especialistas descartan que estos trastornos tengan alguna relación con el cáncer. "No existe una mayor predisposición a padecer un cáncer en estos casos. El único problema es que una mama con pequeños nódulos puede hacer más difícil el diagnóstico de otro tipo de trastornos más graves, y por eso conviene vigilarse", dice Calero.
Existen, sin embargo, algunos signos que no deben descuidarse. Cuando el dolor de un seno es persistente y está muy localizado, puede ser el indicio de una infección. Otro de los avisos de algo más importante es cuando uno de esos quistes o pequeños nódulos se modifica o crece.
Existe, además todo un grupo de tumores benignos, especialmente frecuentes en las mujeres más jóvenes, entre ellos los fibroadenomas, que suelen aparecer en torno a los 20 años.
Muchos de estos tumores ni siquiera es necesario extirparlos, a menos que supongan una deformación estética importante de la mama, porque la existencia de cicatrices dificulta siempre el diagnóstico de un cáncer, ya que se parece mucho a la imagen radiográfica de un tumor.
Aprender a vigilarse
.Aunque existe una barrera muy definida, según los especialistas, entre las modificaciones del tejido mamario que provoca la mastopatía fibroquística y las alteraciones celulares de tipo canceroso, la existencia de cualquier anomalía en la mama no debe descuidarse.
"Las mastopatías fibroquísticas son completamente benignas explica Juan Manuel San Román, jefe del servicio de Cirugía Mamaria de la Fundación Jiménez Díaz. "Pero existe otro grupo de lesiones, que se producen en los conductos mamarios, que en algunos casos sí consideramos precancerosas".
A pesar de que no es el arma más eficaz en la detección de tumores, porque un tumor es palpable cuando probablemente ya está muy extendido, la autoexploración sigue siendo muy útil para localizar muchos trastornos benignos, incluso malignos, sobre todo en las mujeres jóvenes que están fuera de los programas de diagnóstico "Es evidente que una mujer no se va a hacer ella misma un diagnóstico, pero puede notar algún cambio que hay que tener en cuenta en una consulta médica" explica San Román. "El 80% de los tumores que nos llegan es porque la enferma ha notado algo".
Una vez al mes
La autoexploración debe hacerse una vez al mes, después de la regla, el momento en que la mama está más laxa. El primer paso es observar ante el espejo, primero con los brazos colgando libremente y luego levantándolos por encima de la cabeza, cualquier cambio en la forma, el color, el tamaño o el contorno de los pechos o la presencia de hoyuelos, pliegues y rugosidades o signos de secreción o sangre en los pezones. La palpación de la parte más cercana al esternón debe hacerse recostada en la cama, sobre la almohada y con el brazo flexionado y la mano bajo la cabeza.
La zona externa de la mama y la axila se examinan con el brazo descansando al costado. La palpación hay que hacerla con las falanges y los dedos juntos, no con la punta, y presionar suave pero firmemente con pequeños movimientos circulares, avanzando en el sentido de las manecillas del reloj y siempre desde las costillas hacia el pezón.
Además de esta sencilla exploracíón, los especialistas españoles recomiendan que las mujeres a partir de los 45 años de edad se sometan a una mamografía anualmente.
En general, para prevenir cualquier trastorno consideran que conviene evitar cremas reafirmantes, porque en su mayoría están fabricadas con hormonas, pero no indican exactamente su contenido. Está descartado por el momento que tomar el sol o la costumbre de algunas mujeres de no usar sujetador tenga alguna importancia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.