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Desafío a Newton

Unos estudiantes experimentan con la ausencia de la gravedad

Antonio Jiménez Barca

Si n dietas mágicas. En cuestión de 20 segundos, Félix Arévalo, de 22 años, alumno de quinto curso de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica, pasó de pesar 75 kilogramos á 150;-y en otros 20, adelgazó de 150 kilos a 75 gramos. Fue hace un mes en Bretigny (Francia), en donde un grupo de estudiantes europeos invitados por la Agencia Espacial Europea,, entre los que se contaban cuatro españoles, experimentaron con la gravedad. .El método. -utilizado por los astronautas para entrenarse consiste en montarse en un avión que traza un recorrido repetitivo y parabólico, esto es, similar a una montaña rusa. Cuando el avión sube, casi de forma perpendicular al suelo, la sensación de los ocupantes es la de Vivir en un mundo con una gravedad dos ve ces mayor que la que ejerce él planeta Tierra. Una fuerza descomunal los mantiene pegados al suelo del avión.

"Y había que estar tumbado porque, del peso, no puedes casi ni mover un brazo", comenta Elena Checa, otra de las estudiantes españolas participantes, que con la gravedad de la Tierra pesa 60 .kilos, pero que durante el recorrido vertical del avión tenía la sensación de pesar 60 más.

Y de sentirse aplastados pasaron en otros 20 segundos a flotar. El avión deja paulatinamente de elevarse y los pasajeros de sentir la presión de la gravedad. Newton, primer estudioso de la fuerza que nos mantiene pegados al suelo no lo creería. Si hubiera viajado en ese avión hubiera tenido que comerse la manzana en él aire. "Notas como que alguien te tira de arriba, del techo, y sientes algo parecido a estar nadando, pero en el espacio", dice Arécvalo. Una sensación parecida, aunque de andar por casa; es cuando un ascensor se para después de subir al piso correspondiente.

. Cada equipo de alumnos debía realizar a bordo del avión (que durante dos horas estuvo subiendo y bajando) un experimento. Hubo quien -un grupo holandés-. llevó líquidos para comprobar que durante la ausencia de gravedad se convertían en bolas flotantes que después se caían; los españoles optaron por comprobar qué haría un péndulo en un mundo sin gravedad.Y el péndulo se comportó como los alumnos pensaban: se puso a dar vueltas. No hubo percances, aunque sí algún costalazo: "Te avisaban de. que descendías. y de que, de pronto, iba a volver a actuar la gravedad, pero, si no eras muy rápido, te caías de golpe en donde no estaba acolchado", recuerda Arévalo. Durante la semana que duraron los experimentos se pasó por ahí el futuro astronauta español Pedro Duque -estudiante en su tiempo también de la Escuela-Superior de Ingenieros Aeronáuticos- que ahora se entrena en Rusia para próximas misiones. "Pero él se dedicó a perfeccionamientos muy diferentes, como andar por las paredes", cuenta Elena. Antes de subir. daban a cada alumno -además de unas cuantas explicaciones- una pastilla contra el mareo.

A un estudiante inglés no le sirvió de nada. Claro que tal vez no es el más indicado para este tipo de actividades especiales. Normalmente se marea hasta en el autobús y jamás se había montado en un avión. "Cuando terminamos las dos horas de continuas subidas y bajadas el chico inglés estaba verde", comenta Félix.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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