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El nuncio del Vaticano asegura que la Iglesia Católica seguirá en Argelía

La Iglesia Católica continuará en Argelia, aseguró ayer Edmond Ferhat, nuncio apostólico y embajador del Vaticano en Argel, en el transcurso de un corto mensaje pronunciado en la basílica de Nuestra Señora de África, con ocasión de los funerales celebrados en recuerdo de los cuatro padres blancos asesinados el pasado martes por un comando integrista del Grupo Islámico Armado (GIA),en Tizi Uzu, a 100 kilómetros al sur de la capital.

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Al acto religioso, efectuado entre, grandes medidas de seguridad, asistieron unos 300 fieles y religiosos católicos, así como representantes (siete de ellos españoles) de seis embajadas. España pretendía así mostrar su apoyo moral al responsable de los Padres Blancos, Miguel Larburu, nacido en el País Vasco, y que desde hace cerca de 30 años vive en Argelia.En un paréntesis de la misa y con un elevado tono de voz, pero con serenidad, Miguel Larburu se dirigió desde el altar a los autores de la matanza y les preguntó: "Señores asesinos, ¿tanto temeís las armas de este ejército -el de los religiosos- que tenéis que eliminarlo, llegando incluso a disparar por la espalda?". Larburu, como hizo antes el nuncio, recalcó en su homilía el compromiso de la Iglesia con Argelia, y animó a los fieles a "amar incluso a los enemigos para construir una nueva Argelia bella".

La decisión de la Iglesia Católica de continuar presente en Argelia había sido adoptada tan sólo unas horas antes por los cuatro obispos existentes en el país magrebí: Henri Tessier en nombre de Argel, Pierre Claveria por la diócesis de Orán, Michel Gagnon por la de Laghuat y Gabriel Piroird por la de Constantina. Todos ellos celebraron en la capital argelina un pequeño cónclave para analizar de forma exhaustiva la situación provocada por el múltiple asesinato en la capital de la Cabilia.

Las declaraciones del nuncio y el compromiso de los cuatro obispos de Argelia y del propio Miguel Larburu no atan al resto de los religiosos católicos que, en un número aproximado de 200, permanecen aún en el país, y que deberán decidir por si mismos si se van o se quedan. En el caso de que decidan permanecer en el país, la decisión deberá ser ratificada por sus superiores. Algunos de estos religiosos han recibido ya órdenes de cerrar centros y volver a sus países de origen. No se sabe con exactitud el número, pero se asegura que son una minoría.

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Todo esto se debate en medio del dolor y las lágrimas, con el recuerdo puesto en Tizi Uzu, donde el sábado fueron enterrados tres de los religiosos asesinados -Alain Dieulangard, Charles Dekkers y Jean Chevillard- en una ceremonia a la que asistieron millares de personas y que tuvo como escenario el cementerio europeo de la ciudad. El cuarto religioso, Christian Cheissel, ser enterrado hoy en un pueble lo situado en el departamento francés de Ain, a poco más de 100 kilómetros de Lyón.Al entierro de Tizi Uzu asistieron las autoridades locales de la provincia, a las que se sumaron los ex ministros Reda Malek, Ali Harún y Abubekar Belkaid.Como representante del Gobierno se encontraba un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores, un subdirector del departamento de Privilegios e Inmunidades, el mismo que asistió el pasado octubre a los funerales por las dos religiosas españolas asesinadas en Bab El Ued, en Argel.Gendarmes y policías de paisano y grupos de intervención especial con el rostro tapado dieron protección a este cortejo de un inmenso gentío que aplaudió y lanzó yuyues -tradicionales gritos femeninos- al paso de los féretros.Mientras se celebraba el entierro, los comercios de Tizi Uzu cerraron sus puertas y la ciudad quedó prácticamente paralizada durante cerca de una hora. La orden de cierre de los comercios había sido dada por las asociaciones cívicas y culturales, miembros de la plataforma Movimiento Cultural Bereber, que luchan por el reconocimiento de su identidad y cultura cabil, en cuyo combate se habían comprometido también durante muchos años los cuatro padres blancos asesinados.Más información en la última página

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