EL 'BEST SELLER' DE NELSON MANDELA
En tan sólo unos días, la autobiografía del primer presidente surafricano negro, Nelson Mandela, Un largo camino hacia la libertad (Long walk to freedom), se ha agotado en las librerías de su país. Presentada el día 18 de diciembre, en la mansión del magnate de seguros Douw Steyn, contó con la presencia de los más ricos y poderosos hombres de negocios, ministros, escritores, como Nadine Gordimer, Mbongeni Ngema o la misma ex esposa Winnie Mandela. Todos escucharon el conmovedor e irónico relato del presidente por el viaje de su vida. Nelson Mandela señaló haber escrito el libro, de casi 1.000 páginas, desde su infancia en Thembuland hasta su llegada como presidente, para acabar con "su. imagen de héroe y la adulación". El gran éxito del libro se debe a la sinceridad de su relato, a las vicisitudes dramáticas de una vida que acabó en cuento de hadas y, ante todo, a un hombre que luchando contra el apartheid, nunca fue racista ni rencoroso. No duda en reconocer sus héroes blancos en Winston Churchill o Franklin D. Roosevelt, además de otros como Gandhi o Luther King, porque "supieron ir más allá de la opinión general". Tampoco deja de admitir el precio en su vida privada por ser hombre público: dejar a dos esposas, no asistir al funeral de su madre o el escaso contacto con sus hijas... Pero las mejores partes del libro son, sin duda, las memorias de su niñez y la extraordinaria descripción de los 27, años que pasó en la cárcel de Robben Island. Rolililabla Mandela había nacido en la Thembu, una familia real en la que fue adoptado por el mismo rey cuando su padre murió, mantendría una postura aristocrática toda su vida, tratando igual a presidentes o a sus amigos. Asistió en la escuela de la misión, donde aprendió a ser un "caballero africano" y le llamaban Nelson. Los años de la universidad, en la que era el único negro de la clase, fueron de terrible aislamiento y desprecio. Finalmente, en los años de la cárcel, de donde pensó que "nunca saldría", supo ganarse poco a poco el respeto de los carceleros blancos y fue llamado "señor". Poco antes de que lo soltaran fue llamado por Botha, entonces presidente. Le prestaron una camisa, un traje, unos zapatos y una corbata, pero tras casi tres décadas en la cárcel ya no sabía cómo hacerse ni el nudo de la misma ni la lazada de aquéllos. Fueron los propios guardianes los que le hicieron un doble nudo Windsor y se arrodillaron para atarle los zapatos. Fue un gesto de la nueva Suráfrica que nacía-
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