Mil días de Sarajevo
SE CUMPLEN hoy mil días del terrible asedio de Sarajevo por parte de los serbios. A pesar de los bombardeos, el asesinato de niños y mujeres, el cerco del hambre y todos los intentos hechos para poner de rodillas a su población, Sarajevo, ha logrado mantenerse en pie con un coraje que suscita la admiración general. Hoy todos los europeos tenemos la mente puesta en la fiesta del fin de año y del inicio del 1995; pero es imposible no poner a Sarajevo en el centro de nuestros sentimientos. Y ello antes que nada con una admiración viva hacia sus habitantes, los héroes anónimos de esa ciudad mártir, y a la vez con un sentimiento de vergüenza por lo poco y lo mal que lo hemos hecho para cumplir un elemental deber de solidaridad que nos obligaba a actuar con energía para poner fin a los mil días de horrores.No se puede olvidar que Sarajevo ha sido y sigue siendo un ejemplo de convivencia entre habitantes de diversas nacionalidades y religiones. Pasear por Sarajevo de un barrio a otro, presidido uno por una iglesia, católica, otro por su mezquita y un tercero por su templo protestante o su sinagoga hebrea, es una forma de visualizar el valor de la tolerancia que está en la raíz de Europa. Eso es lo que los asaltantes han querido aniquilar a fuerza de disparos y de hambre. Las cifras de las víctimas son aterradoras, y lo son aún más las imágenes que hemos visto, casi cada día, de cuerpos de niños descuartizados, de hospitales sin lo indispensable para cumplir su misión, de personas de todas las edades con caras de hambre.
Decir que no se ha hecho nada sería injusto: concretamente los cascos azules -entre los que los españoles desempeñan un papel honroso- han realizado una labor intensa para asegurar un suministro mínimo a los asediados y poner coto a las acciones más salvajes de los agresores. Pero ¿es bastante?, ¿no se hubiese podido ha cer más? A millones de europeos, y entre ellos a, muchos españoles, esa pregunta nos angustia. No se trata de pensar en un ejército que hubiese podido enfrentarse y derrotar a los serbios. Pero en el marco mismo de las medidas votadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, experiencias concretas demuestran que con una actitud más enérgica hubiese sido posible cortar las acciones agresivas de los serbios, o disminuirlas notablemente.
Pero es el caso que los sitiadores siguen incumpliendo sus compromisos y que el alto el fuego ha dejado de estar prácticamente en vigor en la actualidad. El viaje del ex presidente de EE UU Cárter no parece que haya logrado un cese de hostilidades efectivo, condición esencial para, que pueda ser aliviada la situación trágica de la capital bosnia. Han sido mil días de horror y todo indica que los horrores van a continuar. Con vergüenza, los europeos debernos confesar que no estamos a la altura del ejemplo de valentía que sigue dando Sarajevo.
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