"Todos estamos bajo la misma amenaza"
F. S "Nuestro compromiso y nuestro destino está ligado al de Arg9lia", aseguró ayer a EL PAÍS el padre Mikel Larburu, marino en las horas de insomnio, quien se encuentra desde hace ya dos años al frente de la comunidad religiosa de los Padres Blancos en Argelia y en la vecina Túnez. Antes vivió durante más de 20 años en el desierto. Ayer tuvo que viajar apresuradamente a Tizi Uzu.
"El diálogo de las comunidades religiosas y católicas no está comprometido por estas muertes. Ni mucho menos. No es éste el asunto. Nuestro compromiso, además, es con Argelia. Todos estamos bajo la misma amenaza. La muerte forma parte del horizonte de nuestras vidas", aseguraba ayer el padre Larburu mientras trataba de reflexionar con serenidad y no dejar caer ni una sola lágrima tras tener conocimiento de la tragedia de Tizi Uzu. Y es que Larburu es de los que piensan que el conflicto que sufre Argelia no se arregla tan sólo con una caja de pañuelos de papel.
El responsable de los Padres Blancos en el país magrebí afirma que su comunidad tiene o tenía la voluntad profunda de continuar con su presencia en el país, ya que, según él, todos los suyos están unidos al pueblo argelino, en su destino y en su búsqueda por la paz.
Larburu rechaza, sin embargo, todo tipo de protagonismos. "No hay que exagerar. Es cierto que hemos pagado un tributo muy fuerte. Pero, cuando lo comparamos con lo que pasa o ha pasado el pueblo argelino, nos parece relativo. Estamos sufriendo con ellos, de la misma manera que antes participamos de sus alegrías", recalcó el religioso, quien asegura que se apresta a reflexionar para adoptar las medidas necesarias que permitan a su orden permanecer en el país y disminuir los riesgos.
150 religiosos
Pero los Padres Blancos no son los únicos. Se calcula que en Argelia hay al menos una docena de comunidades religiosas católicas que agrupan a 150 sacerdotes y monjas. Se trata de una comunidad que se ha visto duramente erosionada y reducida como consecuencia de los últimos atentados.
El miedo ha comenzado a causar también aquí sus bajas, como en toda Argelia. En medios religiosos de la capital argelina se proponen medidas drásticas de seguridad, el reagrupamiento, las vacaciones y sobre todo la reflexión comunitaria que impida caer en el abatimiento, en el pánico y en la tentación de la huida. La fórmula no es sencilla. "Ellos también son seres humanos", aseguraba hace pocos días un diplomático de esos que nunca se toman vacaciones.
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