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La infomación al paciente también tiene efectos terapeuticos

Miguela, empleada de hogar y madre de Vanessa, recuerda indignada las horas pasadas en el hospital esperando al otorrino que tres días antes, en un efímero encontronazo de pasillo, le había comunicado que la niña, de 13 años, tenía un colesteatoma y debía ser sometida a una operación delicada. "Antes de que yo reaccionara a él ya ni se le veía. Me había dicho que 'era grande'. Aquéllo me sonó a cáncer, pero nadie me supo explicar y no lo encontré en el diccionario, así que volvimos al día siguiente a las ocho de la mañana, y otro y al otro, hasta que apareció el médico y le pedí casi gritando que me explicara qué tenía mi hija", cuenta Miguela.El derecho del paciente a recibir una información clara sobre su enfermedad, las posibles alternativas del tratamiento y sus riesgos correspondientes se recogen en la Ley General de Sanidad, y según fuentes del ministerio, su protección constituye una preocupación constante y hoy día prioritaria para la Administración. Además, el paciente o sus familiares deben dar su consentimiento informado antes de que sea practicada tanto una intervención quirúrgica como cualquier prueba compleja.

Miguela, sin embargo, desconocía que en su hospital, como en todos los centros públicos (los de atención primaria se incorporan poco a poco), existía un servicio de atención al paciente, que, en teoría, hubiera eliminado su angustia en poco tiempo.

Lo que le ocurrió a ella no parece un caso aislado. "Las quejas son fundadas, porque hay masificación y la asistencia es demasiado apresurada. Se corre demasiado, y así no puede haber una buena relación médico-enfermo", dice el psiquiatra José Luis Ayuso, del hospital clínico de San Carlos de Madrid.

Los enfermos que deberán seguir un tratamiento de por vida, como quienes padecen insuficiencia renal crónica o los diabéticos, creen que en su caso la falta de asesoramiento es todavía más grave, como razona María Victoria Stegensek, presidenta y miembro fundadora de la Asociación para la Lucha contra las Enfermedades del Riñón (ALCER)."Nuestra mayor queja es la falta de información al enfermo", dice. ''Y no sólo cuando se está en diálisis, sino antes. En los hospitales saben que nosotros la ofrecemos, pero no nos los mandan. Después de 12 años, todavía llega gente deprimida que lleva un mes yendo a diálisis y aún no sabe qué les pasa".

Motivos económicos

El ejemplo de Alberto, un chico de 20 años consciente desde hace uno de que es diabético, es "la excepción a la regla", afirma Benigno Lozano, presidente de la Asociación para la Fomación y Ayuda al Diabético (AFAD). El mismo día del diagnóstico, a él le enseñaron a inyectarse la hormona insulina y le explicaron superficialmente en qué consistía y cómo convivir con la enfermedad".

Según Lozano, hay entre 1,2 y 2 millones de personas en España en la misma situación de Alberto o parecida (entre diabéticos de tipo I y de tipo II, la mayoría), pero muchas menos que sepan, como él, que la dieta no tiene por qué ser aburrida".

Lozano ha calculado, que "por cada peseta invertida en educación diabetológica, Sanidad ahorraría 19, ya que habría menos gastos hospitalarios, menos complicaciones derivadas de un tratamiento inadecuado y, por tanto, menos incapacidades laborales. Al diabético hay que tratarle para que no vaya al hospital".

Pero para Ayuso, la necesidad de información no se justifica únicamente. por motivos económicos, sino por la propia salud del enfermo. "En cualquier especialidad, el tiempo que se gasta en explicar lo que pasa, y no con un lenguaje técnico , es terapéutico. Muchos pacientes, por ejemplo, no cumplen el tratamiento porque no confían en el médico, y, para crear confianza es imprescindible la információn".

Quejas que se quedan en el pasillo

Los servicios de atención al paciente afirman estar muy pendientes de la percepción que los enfermos y sus familiares tienen del trato que reciben: para eso hacen encuestas e intentan en lo posible darse a conocer entre los recién llegados. Entonces, ¿por qué los problemas? La población en general, dicen en estos servicios, quizá no sabe de sus funciones tanto como ellos quisieran y por eso muchas veces las protestas se quedan en los pasillos.De las quejas que reciben, "bastantes" aluden a la falta de información. Puede deberse, piensan, a que a veces los médicos van con prisas o no se dan cuenta de que el paciente no les comprende, y también a que el perfil del enfermo ya no es el del que seguía a pies juntillas las instrucciones del médico.

Las cosas, sin embargo, "están mejorando", afirma Juan Gómez, responsable del Servicio de Atención al Paciente del hospital Ramón y Cajal.

Este centro sanitario de Madrid cuenta incluso con un área jurídica que ayudará a tramitar las reclamaciones que lo requieran por la vía correspondiente. Otros hospitales empiezan a copiar su ejemplo.

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