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La grúa alza su listón

La retirada de vehículos sin presencia policial impide que el infractor evite el traslado pagando la multa

Si un policía municipal estampa sobre el parabrisas de un automóvil la pegatina color crema junto con una bolsita de plástico y luego se va, ese coche está sentenciado. Su dueño ha de saber que se halla estacionado indebidamente, y que sobre él pesa una orden de retirada inmediata. La multa va en la bolsita aneja, y la orden será ejecutada al punto por una grúa municipal, pese a la ausencia del agente. No hay posibilidad de evitarlo.Antes, si se abonaba al policía la multa sobre el lugar de la infracción, cabía recuperar el automóvil. Ahora y a no. En su ausencia, el agente sigue multando en otros predios. Las directrices municipales establecidas el pasado 17 de noviembre han desatado estas navidades el enfado de los supuestos infractores por estacionamiento indebido. También el apetito de las grúas, comprometidas en saciar el hambre recaudatoria y la eventual sed de justicia circulatoria del Ayuntamiento. Sacian ambas.

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"Mire, mire en la bolsita"

Algunos conductores de las grúas, según ha presenciado un redactor de EL PAÍS, provistos de cámaras, de bolsillo, fotografían los vehículos que van a retirar, presumiblemente como elemento de prueba ante posibles recursos. Es el caso de un Fiat verde requisado por una grúa el pasado jueves en una zona de carga y descarga, sobre las 13.30, frente al número 13 de la calle de Tomás Bretón. La Policía Municipal hacía antes esta tarea, señala un agente. El conductor de la grúa indicó al periodista que todos sus compañeros hacen ahora lo mismo. EL PAÍS intentó, sin éxito, hablar con fuentes oficiales de la empresa mixta Emitra que explicaran el hecho.

Pedro Martín, director del Servicio Municipal de Ingresos, minimiza el impacto recaudatorio de la actividad de la grúa sobre las arcas del Ayuntamiento: "Sólo generan el 1,72% del total de los ingresos municipales", asegura. "El año pasado, por este concepto, se recaudaron entre 1.600 millones y 1.700 millones de pesetas. Para el año que viene no hay previsiones hechas tras las nuevas normas, pero no creo yo que exceda de 1.800 millones", señala. Martín considera que la finalidad de las multas y la retirada de automóviles obedece más a razones disuasorias que a propósitos recaudatorios.

Cada salida de una grúa durante el día, que suele tardar una hora hasta el regreso a su base con la carga a cuestas, procura al Ayuntamiento, 18.530 pesetas de pago obligado, además de otras hipotéticas 15.000 pesetas, como mínimo, procedentes de la sanción habitual que la infracción implica. El impago estaba muy extendido. Las nuevas normas impiden, de hecho, esquivarlo. No queda nadie sobre el terreno a quien recurrir. El empleado de la grúa no puede recaudar.

Por cada hora o fracción en la que el vehículo permanece retirado por la grúa su propietario ha de pagar 165 pesetas. Si el conductor se demora un día completo, abonará 1.280 pesetas, igual cantidad por cada día más de demora. Y si transcurren ocho días más, lo trasladan a un gran estacionamiento, situado en la M-40, cerca de Mercamadrid, donde es preciso pagar 9.525 pesetas adicionales para recogerlo. Muy pocos sancionados recurren.

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Madrid dispone de seis centros de retirada de vehículos, en las calles de Alfonso XIII, Velázquez, avenida de Brasil (zona de Azca), Barceló y las plazas de Colón y del Carmen, con una media de 20 grúas de capacidades diferentes de carga. Existe un centro más en Mercasa para las retiradas por orden judicial. Si un automovilista desconoce adónde se llevó su coche la grúa, podrá averiguarlo en los teléfonos 345 06 58 / 345 07 58 / 345 06 66 o 345 08 15. Allí le facilitarán el lugar donde se encuentra. En el mismo garaje se hallan las oficinas de pago para recuperar el vehículo. El supuesto infractor suele ir en taxi.

-Me van a crucificar -reconoce un hombre entrado en años, que paga el taxi refunfuñando- ¡Toma ya¡ Mil doscientas pesetas de taxi -dice en voz alta. Cruza: la mampara acristalada y guarda la cola. Una mujer rubia pregunta si puede pagar con tarjeta de crédito. La respuesta es afirmativa.

-Sólo la grúa -precisa.

Un hombre mueve la cabeza de lado a lado. Es de Oviedo.

-Soy necio. Sólo a mí se me ocurre... -dice entre dientes.

Al conocer- que ha de pagar 33.695 pesetas, exclama:

-¡Joder, con varias sanciones así me compro yo un BMW!

Las grúas no cesan de entrar en la base, cargadas de automóviles raramente grandes. Suelen ser de tamaño intermedio, tipo Opel, Ford Escort..., o bien más pequeños, Peugeot, Corsa y Fiat casi siempre. Proceden de zonas de carga y descarga, de dobles filas y de carriles bus-taxi. Tres de cada diez acarreos corresponden a automóviles con matrícula de provincias.

"Es ridículo lo que me pregunta", dice un operario de la grúa. "Cargar un coche grande o pequeño nos cuesta el mismo esfuerzo"; y sube a su grúa Nissan, de remolque pequeño.

Una huella delatora

La retirada de vehículos por la grúa dura apenas cinco minutos. Sobre el suelo chirrían los rodamientos de cuatro carritos metálicos que el operario ha instalado bajo cada rueda. Un dispositivo de cremallera y seis golpes de carraca mecánica le permiten adaptarlos al tamaño de los neumáticos y alzarlos.Una polea fijada al parachoques del automóvil lo conduce hasta el remolque, cuya tapa posterior se cierra con estruendo. Algunos transeúntes se agrupan para presenciarlo y dialogan entre sí.

-¡Anda que hay que joderse! -dice un hombre moreno, con bigote, de unos 50 años.

-¡Se llevan ese Fiat Uno estacionado en carga y descarga y a ésos de la doble fila los dejan sin pegatina ni nada!

-Nunca se llevan coches grandes. Siempre toca a los que los tenemos pequeños, señala la dueña de un Panda.

Lo cierto es que se ve acarrear pocos coches de gran longitud. Predominan los de tamaño medio y pequeño.

La grúa regresa a la base con su presa, aunque el propietario comparezca a tiempo. Tal vez un infractor airado fuera el propietario de un zapato del pie derecho, cuya huella, quedó estampada hace poco sobre el polvoriento portón de la grúa M-1863-KS.

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