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GUERRA EN EL CAUCASO

Las matanzas de población civil en Grozni llevan al Parlamento ruso a pedir a Yeltsin el fin de la lucha

Pilar Bonet

La carnicería que los aviones militares rusos están causando entre la población civil de Chechenia a lo largo de dos jornadas seguidas de persistentes bombardeos dio un nuevo impulso ayer a diversos intentos para retomar la vía de las negociaciones entre Grozni y Moscú. Las acciones militares rusas, sin embargo, no se plegaron ayer a estos movimientos conciliadores, y Grozni, la capital de Chechenia, siguió siendo metódicamente bombardeada a intervalos de no más de 30 minutos. La Duma (Cámara baja del Parlamento ruso) pidió ayer al presidente Borís Yeltsin el fin de la lucha.

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"Se puede decir con seguridad que mueren los más débiles e indefensos", manifestó el corresponsal de una cadena de televisión, según el cual dos destacamentos fieles al general Dzhojar Dudáiev habrían visto frustrado su intento de rodear un contingente de tropas rusas. Éstas, de momento, parecen apostar por el bloqueo de Grozni y no por el asalto tras haber sido reforzadas con unidades de infantería de marina y destacamentos motorizados procedentes de los distritos de los Urales y Siberia.Se desconoce el total de víctimas civiles, que diversos medios cuentan ya por centenares. El balance oficial de víctimas militares facilitado por primera vez en el día de ayer, a instancias de la Duma Estatal, es de 44 muertos (20 del contingente del Ministerio del Interior y 24 de las Fuerzas Armadas Rusas) y de 116 heridos.

La Duma aprobó ayer una moción por 228 votos a favor, 38 en contra y dos abstenciones en la que se pide a Yeltsin, al Gobierno y a las autoridades chechenas que declaren un alto el fuego e inicien negociaciones.

Yeltsin no puede permitirse hoy la retirada del Ejército y el único camino que le queda es la victoria militar, ya sea rápida, al precio de numerosas vidas civiles, o lenta y con gran desgaste del Ejército, lo que entrañaría nuevos peligros para la estabilidad del Estado, según afirmaba ayer a esta corresponsal un alto funcionario del Kremlin.

Varios altos oficiales rusos en la reserva, miembros del Comité de Militares por la Democracia, afirmaron ayer, sin embargo, que la oficialidad de grado medio se alegraría de la retirada, a la que sólo pude oponerse el alto mando militar. Los oficiales, que se manifestaron ayer en contra de la acción militar en Chechenia, tuvieron un papel destacado en el proceso de democratización en época de Mijaíl Gorbachov y durante el golpe de 1991.

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Entre ellos figuraban el coronel Vladímir Smirnov, presidente del Comité, que dijo haber dimitido esta semana de su trabajo como funcionario en el Centro Analítico de la presidencia rusa, y el general Aleksandr Tsalkó, uno de los organizadores de la defensa de la Casa Blanca (antigua sede del Parlamento) en los graves acontecimientos de agosto de 1991.

El presidente sigue encerrado en su residencia de las afueras de la ciudad y la única persona que tiene acceso permanente a él es el jefe del servicio de escolta, Alexandr Korzhakov, señalaron medios informados. Según éstos, Yeltsin es esperado en el Kremlin a principios de la semana que viene. En cuanto a su anunciado discurso al pueblo ruso, ayer se especuló con la posibilidad de éste se produzca hoy sábado.

En medios periodísticos y políticos se discutían ayer los planes de Moscú. Según una de las versiones, el Kremlin planea acabar con la fase virulenta de la operación chechena en el plazo de dos semanas.

El gobernador de la región de Stávropol, en el norte de la región del Cáucaso, manifestó que la operación chechena concluirá dentro de una semana y que los partidarios de Dudáiev que no hayan entregado las armas serán obligados a replegarse a las montañas para ser desarmados o exterminados en primavera.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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