Los portazos de Triana
El color hormigón de la cárcel de Alcalá no sorprenderá a los ojos de Mario Conde. Gris es también su casa del, número 63 de la calle de Triana, situado en un acomodado barrio de la zona norte de Madrid, en el que no había ayer lugar para las alegrías. El peregrinar de familiares, amigos y abogados sí fue constante, aunque prácticamente ninguno quiso hacer declaraciones.Nada más conocerse la noticia del ingreso en prisión de Conde apareció por su casa un mensajero con una carta de una bodega de vinos que recogió Arcadio, uno de los vigilantes que ejercitó ayer como nunca sus dotes en el arte de los portazos. Luego llegó una señora que introdujo en el buzón una carta de solidaridad "como persona humana". Más tarde se presentaron la mujer y los hijos de Arturo Romaní e inmediatamente la hermana de Conde pidiendo "respeto para el dolor ajeno". A las 13.45 horas regresó el chófer con el BMW vacío.
La hermana de Conde manifestó, a. su salida de la casa, que la familia estaba "magníficamente bien y muy orgullosa". Además aclaró que la orden de la entrada en la cárcel no les había sorprendido. A las 15.20 franquearon el portero automático los abogados y diez minutos después el ex consejero de Banesto Enrique Lasarte, acompañado de su mujer e hijo. A las cinco de la tarde, cuando la fuga de los rayos de sol convirtió el escenario en un congelador, llamó el cartero con los telegramas.
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