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"¿Será el mío?"

Cada ciudadano gasta 4.734 pesetas en lotería con la ilusión de hacerse rico hoy

Los cuentos se contaban ayer a miles en el kilómetro cero capitalino y a las puertas de los despachos de loterías Valdés, de las ramblas de Barcelona; Bello, de Valencia, y El Gato Negro, sevillano. Y así en cualquier rincón del país. Cuentos similares a los de la lechera: "¡Como me toque el gordo le bailo al jefe un tango encima de la mesa del despacho!", exclamaba ayer el funcionario Juan Amor, un vecino que compraba "más décimos" en la Puerta del Sol de Madrid. El cántaro se romperá hoy para muchos, mientras que otros pisarán fuerte en su nueva condición de ricos.En el kilómetro cero, María Luisa Juste Valdés, la octogenaria administradora de La Pajarita, apura las últimas horas de venta y confía en repartir una vez más "la suerte que Dios", dice, le dio. La señora Luisa señala a la clientela del día anterior al sorteo: "Vienen los que compran para ellos solos, pues quienes hacen participaciones para amigos y familiares lo preparan con antelación". Concha Gracia, la encargada de 30 años de la administración de Doña Manolita, dice que en la profesión les llaman "los locos". Y lo explica: "Porque compran mucho y sólo para ellos".

La directora de Loterías del Estado, Purificación Esteso, atribuye a los retardados la máxima de que en este país "somos del último que llega". En cualquier caso, las ventas preparadas para este año son de 221.000 millones de pesetas (la cantidad remitida a las administraciones de lotería, de la que hoy se descontarán las devoluciones), lo que supone un gasto por habitante de 5.677 pesetas. Esta proporción fue en 1993 de 4.531 pesetas. Esteso explica que para hoy se calcula un incremento del 4,5%, es decir, 4.734 pesetas por habitante. Por algo supone la Lotería de Navidad un tercio del total que se vende en décimos durante todo el año. Incluso en la zona de España menos gastona, Melilla, salen 1.598 pesetas invertidas por vecino.

¿Cómo se escribe este cuento que tiene hoy en ascuas a todo el mundo? Con bolas de madera de boj, por ejemplo, un material "flexible y resistente a los golpes que reciben en los bombos, y cálido al tacto", explica la responsable de las Loterías del, Estado. En la sala donde se celebra el sorteo hay dos juegos completos. Un tercero, "por si ocurre un cataclismo", dice Purificación Esteso, reposa en la Fábrica de la Moneda. Este sorteo no puede dejarse a la suerte.

Y las páginas de este relato las rellenan, por supuesto, los niños cantores del colegio de San Ildefonso, y unas 120 personas que, echan el resto las dos semanas previas al día D. Aunquela emisión de los décimos se hizo antes del verano.

Entre el personal encargado de los preparativos se encuentran los tres claveros, que forman parte de una tradición que Se mantiene desde hace casi doscientos años (en 1812 se sitúa el origen de este sorteo, que se llamó de Navidad a partir de 1892). Cuando anoche las últimas personas abandonaron la sala hacia la cual hoy se dirigen miles de oídos, se cerraron todas las puertas menos una. Tres cerrojos sellan esta puerta, y cada clavero tiene una llave. Hoy habrán madrugado para accionar a la vez las tres cancelas, antes de las nueve de la mañana. El destino de la suerte, hoy.

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