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PRIMARIA: PEDAGOGÍA DE LA CREATIVIDAD

Los psicólogos reclaman más atención al juego en la escuela

No son pocos los psicólogos y educadores que conceden una importancia enorme al juego como herramienta "imprescindible" en el proceso educativo de los escolares, si bien, la utilidad de esta herramienta suele quedar reducida al estricto marco de la escuela infantil, es decir en la etapa del sistema educativo que abarca desde el nacimiento del niño hasta los seis años. Tal vez convendría preguntarse si el papel reservado al juego, más aún, al ludismo como estrategia pedagógica, debiera abarcar territorios más amplios, en especial ahora que está en marcha la reforma educativa, entre cuyos principios inspiradores figura el de fomentar la creatividad; una actividad reservada al ser humano y que requiere, cuando menos, una buena dosis de placer y ludismo."Conviene señalar que no todo lo que es juego es lúdico", interviene Jose Luís Linaza, catedrático de Psicología Evolutiva y de Educación en la Universidad Autónoma de Madrid, "no siempre significan lo mismo ya que depende del tipo de juego, del dirigismo que puedan ejercer los adultos y, sobre todo, de la actividad que desarrollen los jugadores. El ludismo está más directamente relacionado con la inventiva, con la creatividad y con el disfrute".

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Apoyados en este aspecto aparecieron hace unos años los llamados juegos didácticos. Los diseñadores de este tipo de juguetes parecían haber logrado el milagro de que los principios pedagógicos en que se inspiraron traspasaran las paredes del aula. "Sí. Durante los primeros años ochenta se prodigaron muchísimo los juguetes pedagógicos o didácticos; la propia Administración hizo campañas educativas que ponían el énfasis en la necesidad de proporcionar a los niños juguetes no sexistas y didácticos. Muy interesante y necesario. Pero muchos ilusos pensaron que esta tendencia, más inducida por una generación de padres progres que por la elección de los niños, iba a durar eternamente. En el terreno del mercado no es posible ganarle la batalla a la publicidad; fueron los publicistas y los fabricantes quienes introdujeron estos productos en el mercado y no la escuela", advierte Almudena Escalona, psicóloga especializada en infancia y adolescencia.

Relaciones asimétricas

Una vez constatado que el mercado del juego se mueve por reglas ajenas a las pedagógicas, la pregunta podría ser qué importancia concede la actual reforma de la enseñanza a esta actividad. "Muy poca en realidad, porque la reforma pretende acercarse a las necesidades del niño y, no obstante, propone relaciones asimétricas en las que prima la verticalidad del profesor respecto del alumno", reflexiona Linaza. Según este investigador, el auténtico valor del juego se mide en función de la mayor o menor simetría que permita a quienes intervienen, "algo que esta reforma no permite; los juegos infantiles dentro del marco escolar o están dirigidos por el profesor o se basan en juegos que apenas exploran en las relaciones interpersonales de los niños de forma simétrica".En este sentido, Linaza se interroga sobre el papel que adoptan los docentes (y la Administración por extensión) en los recreos de los colegios. "Esos son espacios reservados al juego, pero, fíjese, en los últimos años se contrata a personal ajeno a la docencia para controlar a los niños, no para jugar ni para organizar el juego. Digamos, también, que en esos espacios de recreo se reproducen relaciones que tiene su origen fuera del marco escolar. Me refiero a las relaciones de poder que establecen unos niños sobre otros, en especial los mayores sobre los pequeños. Al no existir una planificación docente de ese tiempo de juego, es imposible hablar de juegos lúdicos y/ o pedagógicos".

Desde los años setenta hasta la fecha el juego y la escuela han mantenido una relación semejante a la de un matrimonio que convive con entusiasmo los primeros tres años, comienza a perder interés en el cuarto o quinto, y se separan al séptimo u octavo. "El caso de la escuela y el juego es mucho más drástico, porque ni siquiera hay posibilidad de reconciliación", afirma la psicóloga Elena Borges. "La medida de la nula importancia que se concede al juego y a lo lúdico como parte de la educación, la encontramos en el hecho de que la etapa de educación infantil está concebida más como un almacén de pequeños a los que hay que entretener, por tanto jugar con ellos y dejar que jueguen, que como una parte fundamental del aprendizaje. No voy a negar que se ha avanzado bastante en determinados aspectos, por ejemplo en aprendizaje psicomotriz, desarrollo de habilidades..., pero el juego sigue sin ser contemplado como instrumento de incalculable valor pedagógico no sólo para niños sino para adultos",

Con igual contundencia se muestra Linaza: "Los adultos en paro, y aún aquellos que pronto trabajaran menos horas por el reparto del trabajo, tendrían menos angustias y depresiones si supieran qué hacer con su tiempo. En este punto el juego adquiere una dimensión insospechada y no contemplada por las políticas educativas. Un error".

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