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Dos millones de imágenes de la 'Clementine' dan la visión más detallada de la Luna

Identificado en el polo sur lunar el mayor cráter de impacto del sistema solar

La pequeña nave espacial Clementine, que estuvo en órbita lunar 71 días entre febrero mayo de este año, proporcionó, a través dos millones de imágenes digitales, la visión más global y detallada de la Luna hasta ahora. Uno de los resultados más llamativos ha sido la identificación de una pronunciada cuenca -de 2.500 kilómetros de diámetro y 12 de profundidad, cerca del polo sur- como el cráter de impacto de meteorito más extenso y profundo del sistema solar. Los resultados de la investigación han sido publicados el viernes pasado en siete artículos de la revista Science.

Desde el Programa Apolo, que llevó a los hombres a la Luna, EE UU no había vuelto directamente al satélite natural de la Tierra -con equipos automáticos esta vez- hasta el envío de Clementine, una nave espacial que aprovechó las más avanzadas tecnologías militares diseñadas para detectar blancos enemigos en la cancelada Iniciativa de Defensa Estratégica. Los científicos aprovecharon la ocasión que ofrecía el Pentágono para probar los nuevos equipos y prepararon una misión rápida y eficaz con la que han adquirido la primera buena visión global y detallada de la Luna, según declara el investigador Stewart Nozette y sus colegas en Science.Clementine estuvo en órbita lunar desde el 19 de febrero hasta el 3 de mayo de 1994, acercándose hasta unos mil metros de la superficie. Ahora, al analizar los datos enviados por 11 cámaras y sensores, los científicos han descubierto, por ejemplo, que el satélite -con un radio de 1.738 kilómetros-, lejos de estar muerto hace 3.000 millones de años, ha sufrido actividad volcánica más recientemente. Han visto que su superficie no es tan plana y uniforme como se creía, han identificado una zona donde puede haber agua acumulada en forma de hielo y han hecho el primer mapa destallado de la zona polar sur (unos 30.000 kilómetros cuadrados).

En total, medio centenar de científicos de numerosos centros de investigación y universidades estadounidenses firman los siete artículos publicados sobre este proyecto conjunto de la NASA y la Organización de Defensa de Misiles Balísticos.

Clementine era una pequeña nave de 225 kilos de peso que debe su nombre a una vieja balada, Mi querida Clementine, que habla de la hija de un minero, y la misión de la nave era estudiar la composición geológica de la Luna, su estructura interna, la distribución de las rocas y los tipos de suelo.

Cartografía

El análisis de los datos ha permitido identificar y cartografiar las diferencias geológicas entre estructuras de origen volcánico y las de impacto de bólidos celestes. Al investigar las cuencas de antiguos impactos cuyos límites están prácticamente borrados por choques posteriores, explica Nozette, se ha podido averiguar que la mayor estructura topográfica de la Luna, la cuenca de Aitken, es el cráter de impacto más grande que se conoce en los planetas y sus satélites.Aunque la Luna y la Tierra se formaron en la misma parte del sistema solar hace 4.600 millones de años, ambos cuerpos celestes han seguido evoluciones muy diferentes, recuerdan María Zuber y sus colegas en el artículo dedicado a la forma y estructura interna de la Luna. El calor interno del satélite se habría perdido hace entre 2.500 y 3.000 millones de años, mientras que la Tierra, continúa geológicamente activa. Esta diferencia se debería a los distintos tamaños: la Luna, más pequeña, se habría, enfriado antes que la Tierra. "... la comprensión de la evolución termornecánica de la Luna ha sido inaccesible debido, sobre todo, al conocimiento limitado de su estructura interna", dice Zuber.

Ahora se han hecho estudios extensos de gravimetría y de la corteza lunar que han permitido identificar grandes variaciones de grosor y tensión de su estructura. En cuanto a rastros de su actividad interna, con Clementine se ha determinado, por ejemplo, que hace entre 1.000 y 2.000 millones de años se produjo una gran erupción volcánica en las proximidades de la la cuenca de Schrödinger.

Buscar agua

Eugene Shoemaker, el astrónomo que descubrió el cometa o asteroide que chocó el pasado verano contra Júpiter, también ha estado implicado en esta misión y encabeza uno de los artículos de Science dedicado a la región polar sur de la Luna, prácticamente desconocida hasta ahora. Es una zona de 30.000 kilómetros cuadrados que está en sombra permanente, y Shoemaker y sus colegias sugieren que puede ser un sitio adecuado para exploraciones en busca de agua conservada en forma de hielo.

Con una cámara visible-ultravioleta de Clementine se ha podido estudiar en detalle, entre otros, el pequeño cráter Giordano Bruno, de 22 kilómetros de diámetro. Podría haber sido originado por un impacto de hace unos 800 años, y tal vez corresponde al gran fogonazo que vieron en la Luna unos monjes de Canterbury en el siglo XII, según sus registros, informa Los Angeles Times. "Es un impacto muy fresco", dicen los especialistas, tras analizar la composición del suelo allí y los rasgos geológicos.

Clementine, que tenía que dirigirse al encuentro del asteroide Geógrafos para continuar allí su exploración por el sistema solar, se perdió en mayo cuando salía de la órbita lunar debido al encendido incorrecto de un motor que consumió todo el combustible que necesitaba para hacer las maniobras espaciales.

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