Alemania exterior
LA CUMBRE de Essen ha puesto de relieve el gran papel que Alemania, a los cinco años de su unificación, desempeña en la política europea. Los seis meses de presidencia alemana no han aportado cambios notables, pero han logrado impulsar dos procesos decisivos para el futuro de la UE: la apertura al Este y el establecimiento de relaciones más estrechas con los países mediterráneos. Alemania ha sabido entender que si la UE privilegia la ampliación al Este, necesita al mismo tiempo abrir nuevas puertas al Sur, ya que sin ellas Europa quedaría finalmente coja. En otro campo, el papel alemán ha sido esencial para los pasos dados en el terreno económico, con medidas que, ayudando a la recuperación económica, deben revitalizar la meta de la unidad monetaria.Sin embargo, este papel de Kohl en el marco de la UE obliga a considerar el desfase que sufre la política exterior alemana: cuando se trata de problemas de seguridad (como los que plantea la tragedia bosnia), Alemania está de hecho ausente. Al carecer de soldados entre los cascos azules, renuncia a hablar. No es que en este caso concreto tal ausencia carezca de razón: en países en los que perdura el recuerdo de soldados germanos con el uniforme nazi, es improcedente pedir a Alemania que aporte contingentes militares. Sin embargo, hacer de Alemania una excepción en el terreno de la seguridad continental sería. peligroso y negativo, tanto para las necesidades de Europa como para la propia toma de conciencia por los alemanes de su papel internacional.
Para el envío de soldados alemanes en misiones de la ONU no existe hoy barrera legal, ya que el Tribunal Constitucional ha dado una interpretación del texto fundamental que lo permite. En todo caso, sería absurdo que mientras Alemania participa con Francia, España y Bélgica en la creación del Ejército Europeo (sin que ello provoque recelos serios) quedase eliminada de toda participación en acciones que la ONU realiza con la ayuda de la OTAN.
Otra cuestión pendiente es la de la presencia de Alemania en el Consejo de Seguridad de la ONU. Su deseable incorporación deberá ponerse en relación a una reforma más profunda de ese organismo que contemple también el papel de Japón. Superar actitudes de recelo es fundamental incluso para la evolución interior de Alemania. Ello contribuirá a desactivar aún más a los partidos que sostienen posiciones ultranacionalistas y xenófobas, que ya han sufrido un descalabro en las últimas elecciones.
Pero no se puede olvidar que Kohl ha salido también debilitado de la última consulta, que en el partido liberal hay signos de descomposición y que hay sectores en la coalición de Kohl, sobre todo en Baviera, de inclinaciones hacia la ultraderecha. En estas condiciones nos interesa a todos los europeos que las orientaciones positivas que tiene hoy la política alemana se afiancen. Que convenzan a su opinión pública de que el camino de la unidad europea es para Alemania el más sensato; un camino que no sólo reconoce su papel eminente, sino que ayuda a reforzarlo.
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