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GUERRA EN EL CÁUCASO

Dudáiev pide a los pueblos hermanos de Chechenia que se levanten contra los "caníbales del Kremlin"

Pilar Bonet

PILAR BONET ENVIADA ESPECIAL, El presidente de Chechenia, Dzhojar Dudáiev, anunció ayer que responderá con la guerra a la agresión de los "caníbales del Kremlin" y exhortó a los pueblos del Cáucaso a levantarse en una lucha de liberación nacional contra Rusia. El Ejército ruso, entre cuyas bajas de ayer se cuentan tres muertos y un herido en el derribo de dos helicópteros, disparó contra ciudadanos desarmados (un equipo de televisión y un grupo de enfermeras), que acudieron a la localidad de Pervomáyskoye, a una quincena de kilómetros al norte de Grozni, la capital. Las columnas de blindados se encontraban a última hora a las puertas de la capital. A medianoche venció el ultimátum dado por Moscú a los rebeldes para que depongan las armas.

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Esta corresponsal vio cómo los heridos en Pervornáyskoye -por lo menos seis, uno de ellos con el rostro destrozado y cubierto de sangre- eran atendidos por la tarde en un hospital militar de Grozni, mientras rugían los cañones en el frente norte de la capital chechena.Uno de los heridos fue el corresponsal de la televisión chechena, Guilani Chazígov, que filmaba unos aviones rusos mientras el grupo de mujeres al que acompañaba, pertenecientes a la Sociedad de Madres y Hermanas de Chechenia, repartía pan y medicamentos. Los aparatos dieron dos vueltas en el aire antes de disparar contra el equipo de televisión, según relató Chazigov, que volvió al trabajo cojeando fuertemente a causa de la metralla que le alcanzó en las piernas.

"No nos queda otro camino que la guerra a vida o muerte", señaló el general Dudáiev en una alocución televisiva en la que confirmó el fracaso de las conversaciones con representantes de Moscú en VIadikavkaz. Calificó de "farsa" estas negociaciones de dos días, en las que no se pudieron superar las diferencias sobre el desarme y el acatamiento de la Constitución rusa.

En un lenguaje dramático, cargado de siniestros presagios, Dudáiev pidió a sus compatriotas que quemaran la tierra bajo sus pies, que recurrieran a cualquier método a su alcance, incluso fuera de las fronteras de Chechenia, para luchar contra los invasores rusos. "El enemigo es el enemigo y contra él hay que luchar", afirmó el presidente separatista, según el cual el precio de cada vida chechena son cien vidas rusas.

Los destacamentos de voluntarios movilizados en el frente occidental mostraban un estado de gran excitación. Con cintas verdes en la frente, como símbolo de la guerra santa, y profiriendo vítores a Alá, centenares de personas blandían frenéticamente sus metralletas y granadas en el pueblo de Alján-Yurt. Según los testimonios de quienes estaban allí reunidos, tres tripulantes de dos helicópteros rusos habían muerto por la mañana, tras ser abatidos en las inmediaciones de Shamí-Yurt, a 25 kilómetros de Grozni. Y un cuarto tripulante, con una pierna deshecha, había sido trasladado a un hospital checheno.

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Uno de los helicópteros, el que fue abatido sobre un bosque, quedó destrozado, y el segundo, con un par de agujeros de bala en la cabina del piloto y un boquete de lanzagranadas en el fuselaje, fue llevado a un taller mecánico con la esperanza de ponerlo a punto para la causa chechena.

Entre el pueblo de Alján-Yurt y Grozni, numerosos destacamentos rusos penetraban en los bosques, que según el voluntario Shirbaní Bisultánov, estaban completamente minados y llenos de combatientes dispuestos a mantener una lucha partisana sin cuartel. Bisultánov, que dijo no estar satisfecho con el general Dudáiev, aseguró tener tres hijos en el frente de edades comprendidas entre los 14 y los 17 años. "Me dan pena mis hijos. Me dan pena los soldados rusos, pero ¿qué voy a hacer? Si no les dejara ir al frente me moriría de vergüenza ante mis vecinos", dijo Bisultánov con lágrimas en los ojos. Los combates, que tienen lugar en tres frentes, han convertido los accesos a Grozni en una zona sumamente peligrosa, aunque existen viejas carreteras en desuso por donde se puede transitar con relativa tranquilidad, tal como esta corresponsal tuvo ocasión de comprobar ayer de madrugada en la ruta de Vladikavkaz a Grozni.

La escalada de la tensión hace temer un dramático final. Una de las figuras que ha despertado curiosidad es el ministro de Finanzas, Taymaz Abubakarov, un economista graduado por la Universidad de Moscú, que ha dado muestras de gran habilidad política en las negociaciones con los rusos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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