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La Liga Norte busca otros aliados ante la agonía del Gobierno de Berlusconi

Silvio Berlusconi no recupera el control de la situación y la coalición que le permite gobernar en Italia parece abocada a un colapso definitivo. Tras el increíble interrogatorio de siete horas celebrado el martes, Umberto Bossi, el inestable aliado de la Liga Norte, acogió con manifiesto escepticismo la afirmación del primer ministro de que los jueces no tienen pruebas contra él. Es más, Bossi acusa al Gobierno de no respetar la Constitución, prepara una moción parlamentaria que es casi una censura y se une a la oposición para derrotar a la mayoría en un tema tan berlusconiano como la reforma de las televisiones.

"El Gobierno de Berlusconi es un capítulo cerrado", Clama Marco Formentini, el alcalde de Milán y encargado por Bossi para buscar otras posible alianzas de la Liga en el panorama político. "Para Berlusconi, la Magistratura no cuenta, sólo cuenta el Gobierno, y en el Gobierno sólo él, lo cual representa una amenaza para la democracia", sostiene otro destacado liguista, Francesco Speroni, ministro para las Reformas Institucionales, mientras Bossi y los ministros de la Liga se reúnen con sus posibles nuevos aliados, el líder ex comunista Massimo D'Alema y el ex democristiano Rocco Buttiglione.Las dificultades de esa alianza, rechazada por al menos 50 diputados de Bossi, y la inestabilidad que la inconstante Liga introduciría en cualquier nuevo acuerdo de Gobierno, es la única baza que le queda a un primer ministro cuyo futuro depende de los jueces. Estos callan y no dicen cuándo anunciarán si piden el procesamiento de Berlusconi o que se archive su caso. ["La conspiración contra mí y mi Gobierno es tan vasta e intensa, que puede ser equiparada a un golpe de Estado", manifestó ayer Berlusconi en una entrevista a La Repubblica, informa Reuter.]

En esta segunda hipótesis, y siempre que la aceleración de los hechos no precipite la muerte súbita del Gabinete, se podría pensar todavía en un nuevo episodio de inestabilidad a la italiana que, tras llegar a niveles de histeria, ceda en torno a un nuevo compromiso para rebajar el tono.

Algo de eso se intuía anoche, cuando la Liga anuncié que Bossi había convertido en interpelación la moción sobre el conflicto entre política y la Justicia que acusa al primer ministro de inconstitucionalidad y que el ministro del ramo, Alfredo Biondi, declaró que "no es de recibo".

Pero hay también síntomas de un desenlace inminente de la crisis y fatal para Berlusconi. Por ejemplo, el anuncio de que el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, ha anulado sus compromisos fuera de Roma para los próximos días.

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Caída de la lira

Existe, además, el dato definitivo de que la lira no se recupera y de que Italia se encuentra ante el abismo de una virtual bancarrota, por efecto de una astronómica deuda pública, superior al 110% de su Producto Interior Bruto.

La inestabilidad actual cuesta billones a los italianos y no se aprecian grandes muestras de responsabilidad frente a ese hecho, que carece de solución fácil. La velocidad con que la deuda pública multiplica su carga es muy superior a la de las reformas institucionales necesarias, sobre todo la de la ley electoral, para superar el actual embrollo de intereses personales y políticos, de enfrentamientos personalistas, de amenazas y de insultos capaz de hundir a un país más fuerte.

En ese contexto, para los próximos días se prepara una guerra de mociones y contramociones que no se ve claro adonde conduce. Alianza Nacional y Forza Italia, el eje del Gobierno, mantienen sus enmiendas a los presupuestos del Estado, en cuyo rigor ya nadie cree para, en el colmo de la paradoja, atrasar su aprobación y con ella la apertura formal de la crisis. Pero el Gabinete amenaza además con dimitir si no se aprueba un aspecto de la reforma de las pensiones. Berlusconi reitera que pedirá la confianza del Parlamento el próximo miércoles. La oposición prepara dos mociones de censura para cuando se aprueben los presupuestos.

No faltarán oportunidades de que se repitan los gritos que sonaron ayer en el Parlamento cuando los votos de la Liga y de la oposición permitieron que se aprobara una iniciativa de la presidenta de la Cámara, Irene Pivetti, de la Liga Norte, que, por sorpresa, propuso el nombramiento de una comisión especial para la reforma de las leyes que regulan las televisiones.

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