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Un psiquiátrico catalán abre la primera unidad de crisis sólo para adolescentes

Las patologías de los jóvenes suelen adquirir una especial virulencia

Milagros Pérez Oliva

La adolescencia es una edad de crisis: la que provoca el tránsito de la infancia a la edad adulta. Pero cuando a la crisis de la adolescencia se superponen trastornos mentales graves, los comportamientos pueden adquirir formas muy virulentas. La dificultad de tratar a estos jóvenes en la red ordinaria de salud mental ha llevado al psiquiátrico de Sant Boi a crear una unidad experimental sólo para adolescentes, destinada a contener las crisis agudas, que a menudo se presentan con gran violencia y acompañadas de graves problemas sociales.

V ., por ejemplo, acaba de cumplir 18 años y ocupa desde hace varias semanas una de las 20 camas de la unidad. La crisis psicótica por la que ingresé ya ha remitido, y está en condiciones de que le den el alta, para seguir tratamiento ambulatorio. Pero los médicos se resisten a dejarlo marchar.V. no tiene familia. Ni siquiera tiene un techo en el que pasar la primera noche. Como ya ha cumplido 18 años, no entra dentro de la jurisdicción de la red de protección de menores. En esas condiciones, V. no tiene ninguna posibilidad de superar el brote psicótico que ha padecido. La recaída es más que segura. ¿Cómo dejarlo ir? El responsable de la unidad, Josep Moya, y los servicios sociales del psiquiátrico están moviendo Roma con Santiago para encontrar una institución que quiera hacerse cargo de este muchacho de cuyo vocabulario ha desaparecido la palabra futuro.

Desbordados

Muchos de los veinticinco adolescentes tratados en la unidad desde su apertura, hace poco más de dos meses, son muchachos de entre 14 y 17 años que viven en centros de protección y acogida de menores. La mayoría han sido remitidos por la incipiente Red de Psiquiatría Infantil y Juvenil, creada en 1990 por el Departamento de Sanidad de la Generalitat para dar cobertura asistencial a los trastornos mentales de niños y jóvenes. La nueva unidad de adolescentes, pionera en España de este tipo de tratamiento, es fruto de la experiencia de esta red.Lo explica Tomás Arranz, director del complejo psiquiátrico de Sant Boi y miembro del Consejo Asesor de Salud Mental de la Generalitat: "Cuando se presentaba una crisis aguda, los especialistas derivaban al paciente a las unidades de psiquiatría infantil y juvenil de los hospitales. Pero pronto se dieron cuenta que la problemática de los adolescentes les desbordaba. A veces se acompaña de un problema de toxicomanías y con mucha frecuencia adopta formas virulentas de difícil control en una unidad adscrita a un hospital general".

Josep Moya no se sorprendió. cuando en el bolso de una de las chicas ingresadas encontró una vez una pistola. En la mochilla de otro chaval había un enorme punzón. "Los primeros días de tratamiento son muy duros. Es muy difícil calmarlos y hacer que vuelvan a aceptar las normas" dice. "Pero lo conseguimos". Uno de los que presentó más resistencia era un joven de las brigadas blanquiazules, agitadores del Español que han provocado graves altercados en Barcelona. El muchacho llegó con uniforme militar proclamando su ideología neonazi y presentaba un cuadro psicótico muy grave.

El problema es que una vez contenida la crisis, una vez que los fármacos han hecho efecto, es indispensable seguir un tratamiento, primero en un hospital de día, con psicoterapia intensiva, y luego con un seguimiento de a veces hasta dos y más años por parte de un psiquiatra de atención primaria.

Pero no existe ningún centro de día para niños y adolescentes y la red de adultos está tan saturada que en la mayoría de los casos no puede garantizarse un seguimiento adecuado del tratamiento una vez que abandonan la unidad de adolescentes. La patología mental no es corno una hernia, que se opera y ya está. Cuando salen, ellos siguen siendo jóvenes con altísimo riesgo de descompensación mental y las recaídas son más que probables.

"La patología mental, en el caso de los adolescentes, tiene unas secuelas más graves porque: se asienta sobre una personalidad que todavía no está del todo formada y que se encuentra precisamente en una crisis de identidad, propia de la edad", explica José Moya, que añade que la psicosis esquizofrénica y los trastornos de personalidad son las patologías más frecuentes vistas hasta ahora en la nueva unidad.

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