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Ucrania posibilita el nacimiento del START-1

I. C. El presidente de Ucrania, Leonid Kuchina, renunció ayer al arma atómica al suscribir el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) como potencia no nuclear. Su firma dio paso a la entrada en vigor del START-1 sobre reducción de armas estratégicas.

Tras la desaparición de la Unión Soviética, Ucrania se había convertido en la tercera potencia nuclear del mundo, con más de 2.000 cabezas múltiples instaladas en su territorio, de las que aún posee unas 1.700. Ayer, Kuchina entregó los instrumentos de ratificación del tratado a los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Bill Clinton y Borís Yeltsin, respectivamente, y al primer ministro británico, John Major, porque Washington, Moscú y Londres son los depositarios del TNP desde 1968. El Parlamento ucranio aprobó el tratado hace tres semanas, pero puso como condición la obtención por Kiev de garantías de seguridad por parte de las tres potencias depositarias.

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"Las partes" reza el texto redactado por los tres Gobiernos garantes para dar satisfacción al Legislativo de Kiev, "reconocen la integridad territorial de Ucranía; se comprometen a no atacarla; a no ejercer contra ella presiones económicas con fines políticos, y mantendrán consultas o recurrirán al Consejo de Seguridad de la ONU en caso de amenazas contra Ucrania por parte de un Estado nuclear".

Las mismas garantías fueron proporcionadas ayer a las otras dos repúblicas de la antigua Unión Soviética, Kazajstán y Bielorrusia, que poseían misiles cuando se produjo el desmoronamiento de la URSS. Sus jefes de Estado, Nursultán Nazarbáiev y Alexandr Loulachenko, asistieron a la ceremonia.

Las cabezas nucleares del arsenal ucranio son transferidas a Rusia, cuyos expertos las desmantelan. A cambio Rusia entrega a su vecino 100 toneladas anuales de combustible nuclear para sus centrales.

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La suscripción ucrania del TNP ha permitido la entrada en vigor del START- 1, firmado en 1991 por EE UU y la URSS, que compromete la reducción de un 305,6 de los arsenales estratégicas de ambas superpotencias. Del START-1 derivó el START-2, firmado por Rusia y EE UU en enero de 1993, y pendiente de ratificación. Este tratado prevé el desmantelamiento de los dos tercios de las armas estratégicas de los signatarios de aquí al 2:003.

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