Cumbre en Budapest
EL DRAMATISMO de la situación en Bosnia, la mayor firmeza que demuestra Rusia en su política exterior y el reciente terremoto electoral en Estados Unidos han contribuido a realzar la importancia de la cumbre de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), que hoy se inicia en Budapest. Se pasará revista en ella al cumplimiento del Acta Final acordada en 1975 en Helsinki y confirmada cinco años después en Madrid.La de Budapest es posiblemente la última, por que la CSCE, quizá por fortuna, se ha venido transformando de una conferencia en una organización internacional, y ya no se trataría tanto de revisar como de consolidar algo que cuenta con un Secretariado Permanente, un Consejo de Ministros y otros organismos en expansión. Afortunadamente, porque la desaparición de la Unión Soviética y del bloque comunista, los sucesos de Bosnia y los conflictos registrados en las re públicas de la periferia de la antigua URSS o las de la fenecida Yugoslavia evidencian un desorden que no puede corregirse con la mera revisión del cumplimiento de un acuerdo internacional. Por lo de más, éste se negoció y firmó por los representantes de un mundo bipolar en el que la sencillez del re parto del poder hacía mucho más simple el control y el. desenlace de los conflictos. Desde octubre de este año, la reunión preparatoria de la cumbre se ha. desarrollado de manera más bien lánguida, pero la evolución de los acontecimientos ha hecho dispararse la lista de los altos participantes, comen zando por los presidentes Clinton y Yeltsin, y que la agenda se haga prometedora.
En Budapest, por ejemplo, pueden desbloquearse y enriquecerse las ofertas diplomáticas relativas a Bosnia y concretarse los intercambios entre la OTAN y Rusia en torno al futuro de la CSCE y de la propia OTAN. Tal escenario se ha transformado por el cambio de opinión de Washington, favorable, ahora sí, a la ampliación de la Alianza. Estaría dispuesto a propiciar la consolidación de la CSCE, lo que Rusia quiere, a cambio de que Rusia no objetara la ampliación de la OTAN. Cuestión diferente es que en todo ello se incluya1a satisfacción del deseo de Moscú de manejarse a solas en las operaciones para el mantenimiento de la paz en las antiguas repúblicas soviéticas, que para la generalidad de la CSCE debe ser objeto de operaciones multilaterales, o que el fortalecimiento de la CSCE se haga a costa de cortar las alas políticas y militares de la OTAN, una vieja idea de Moscú.
Budapest es el teatro para una entidad que ha acumulado méritos en la prevención de conflictos, la promoción de la democracia y el respeto a los derechos humanos. Pero donde, de nuevo, la atención se centra en lo que quieren para Europa Estados Unidos, cosa poco clara después de las elecciones de noviembre, y en cuáles son los intereses de Rusia en el orden europeo. La expectación ante la cumbre de Budapest ha llegado en el último momento, pero con fuerza.
En un horizonte no muy lejano, que la cumbre de Budapest contribuiría a despejar, puede situarse un Consejo Europeo de Seguridad y Cooperación, acordado precisamente entre esa OTAN ampliada y esa Rusia recuperada.
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