El régimen de La Habana extiende el sistema de economía de mercado
La Habana se va convirtiendo poco a poco en un gran mercado guineano donde vendedores de piel de cobre anuncian ollas, tela estampada, cebollas, ladrillos y comidas rápidas, y en sus gritos está la confirmación de que la realidad se ha impuesto y que las autoridades aceptan lo inevitable, al menos en lo que se refiere a la economía. Lo inevitable es la iniciativa privada y el "dejar hacer". Por ello, sólo dos meses después de autorizar los mercados agropecuarios, las autoridades cubanas pusieron a funcionar ayer en la capital 16 comercios donde centenares de productores particulares y estatales acudieron a vender todo tipo de artículos industriales".
Pero los mercados industriales son una mínima parte de lo que se avecina. Así, el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Francisco Linares, anunció el miércoles ante una comisión del Parlamento que se estudia la posibilidad de legalizar los restaurantes clandestinos que han proliferado en toda, la isla. Linares dijo que la prohibición de los llamados paladares ya no tenía sentido, pues ahora se puede comprar legalmente la comida en los mercados agrícolas, y otros artículos más refinados, como el vino, para ofrecer un servicio gastronómico privado también se pueden adquirir libremente en las tiendas de dólares.
Trabajo por cuenta propia
También el Parlamento cubano podría autorizar en breve los taxis particulares, legalizados hace un año y prohibidos después, y ampliar las categorías de trabajo por cuenta propia, -que en la actualidad son unas 120, en las que trabajan 160.000 personas- a 30 más, y permitir que los médicos, los maestros y los graduados en Derecho puedan trabajar en otras profesiones, aunque de momento se seguirá prohibiendo el ejercicio privado o asociado de su carrera a estos profesionales.De momento, los nuevos mercados industriales abrieron ayer sus puertas en La Habana y otras capitales de provincia. Dichos mercados ocupan viejos negocios que en algunos casos fueron propiedad de dueños capitalistas y quedaron vacíos tras la caída del campo socialista, En ellos se venden hoy zapatos hechos con recortes de cuero, cucharas de latón, algunos bloques de cementó y materiales de construcción y centenares de utensilios que, aunque un poco cutres, son necesarios en un país totalmente desabastecido como Cuba. Los precios, como en el mercado agropoecuario, los fija el vendedor sin control del Estado, de acuerdo a la ley de la oferta y la demanda, y el primer día fueron muy elevados.
El salario de un obrero no sobrepasa los 200 pesos. Y si un kilo de carne de cerdo cuesta en el mercado agropecuario 90 pesos, y un plátano, uno, en las nuevas tiendas una olla y una cafetera pueden costar la mitad del salario de un mes. Aunque muchos de los que compran en los nuevos comercios se quejan de los precios, la mayoría coincide en que es una alternativa.
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