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Sanguinetti consigue de nuevo la presidencia de Uruguay

Juan Jesús Aznárez

Julio María Sanguinetti, que gobernó Uruguay después de doce años de régimen militar, consiguió de nuevo la presidencia del país al imponerse en el escrutinio de los votos emitidos durante las elecciones generales celebradas el pasado domingo. El Partido Colorado, con Sanguinetti al frente y escorado hacia el centro, superó por estrecho margen al conservador Partido Nacional (Blanco) y al Encuentro Progresista (EP), agrupación de izquierdas que irrumpe con fuerza en la política nacional, conserva la alcaldía de Montevideo y posiblemente logre casi un tercio de los escaños en el Senado y Cámara de Diputados.Esta tercera presencia en un sistema pensado para dos conforma un escenario aquí inédito, pues complicará la gobernabilidad de la república y obligará al jefe del Ejecutivo. a buscar alianzas cuya consolidación dificultarán los antagonismos y la fragmentación en corrientes de los grandes partidos tradicionales. El virtual ganador de los comicios admitió en un discurso de madrugada que se aproximan "tiempos difíciles, de forja y esperanza".

Tal y como pronosticaban las encuestas, los resultados rompen el prolongado bipartidismo de un país de tres millones de habitantes poco amigo de los cambios bruscos, pero necesitado de reformas estructurales. La edad media de su electorado es de 46 años, la más alta de América Latina. Según datos oficiales no definitivos, el Partido Colorado obtiene 617.470 votos sobre un electorado de 2.330.154 personas; el Partido Nacional, 595.536; el Encuentro Progresista, 585.109; y Nuevo Espacio, 98.281 sufragios. Nacionalistas y colorados se reparten la mayoría de alcaldías pero el Encuentro Progresista, que arrolló en la capital al conseguir el 45% de todos las papeletas, sumará un buen numero de senadores y diputados en el complejo escrutinio que determina esos escaños por cada partido, cómputo posterior al efectuado para decidir la presidencia del Gobierno.

Las proyecciones provisionales indican que los colorados consiguen 11 de los 30 senadores, puesto de más relevancia que el de diputado; los nacionalistas se aseguran 10, y el Encuentro Progresista, nueve.Modelo inédito

En uno de los dos referendos simultáneos a las elecciones generales, los uruguayos se pronunciaron contra la propuesta de incluir en la Constitución una disposición que obligue a dedicar un 27 % del presupuesto a la educación pública. Como era de esperar en una nación con más de medio millón de jubilados fue aprobada la propuesta del segundo plebiscito: las leyes del presupuesto no podrán modificar el sistema de prestaciones de la Seguridad Social.

El complejo marco electoral y de representación política, concebido en la década de los años veinte para conciliar a blancos y colorados, agota sus posibilidades y deberá adaptarse a una realidad tripartita. No previstos aún cambios institucionales o la convocatoria de una Asamblea constituyente para efectuarlos, el presidente electo deberá recurrir a prácticas de Gobierno no ensayadas en el anterior modelo bipartidista.

Para sacar adelante sus proyectos, Sanguinetti, de 58 años, agnóstico, abogado, escritor, periodista y presidente de 1985 a 1990, tendrá que consolidar primero la unión de su propio partido, trabajarse después las fracciones del Partido Nacional (Blanco), o ceder espacio al Encuentro Progresista, o al Nuevo Espacio, liderado por Rafael Michelini, de 36 años, cuyo pensamiento definió él mismo como socialista-democrático-humanista.

Sanguinetti, que declara una fortuna de 18.000 dólares y una jubilación como ex presidente de 3.500 dólares, ha publicado ocho libros, y frecuentes textos políticos y críticas de arte en varios medios de comunicación internacionales, entre ellos EL PAÍS.

Se propone Julio María Sanguinetti aplicar el ideal de Batlle, inspirador del Uruguay moderno y político de comportamiento socialdemócrata. Mantiene también el futuro mandatario que el Estado tiene que actuar como "articulador del interés nacional". El analista Romeo Pérez piensa que teóricamente beneficia la gobernabilidad el hecho de que las propuestas programáticas lanzadas en la campaña electoral por el Partido Nacional y el Encuentro Progresista hayan girado en un eje centrista. "No ha habido grandes distancias", afirma.

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