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Entrevista:

"Entregaría a Rusia la flota del mar Negro si renuncia a pretensiones territoriales"

ENVIADO ESPECIALAlexandr Moroz, presidente del Parlamento ucranio, es al mismo tiempo el líder del partido socialista que nació en 1991 después de que el Partido Comunista Ucranio fuera prohibido por su participación en el intento de golpe contra Mijaíl Gorbachov, entonces jefe de la URSS. Los comunistas después reconstruyeron su organización, pero Moroz siguió con su partido socialista, de un marxismo menos ortodoxo.

En las elecciones parlamentarias de este año, el bloque izquierdista, constituido por estos dos partidos citados más los agrarios, ganó y hoy es el más poderoso en el Legislativo ucranio y puede oponer una eficaz resistencia al equipo del presidente Leonid Kuchma, que recientemente ha comenzado las reformas económicas liberalizando los precios y aplicando una terapia de choque. En Ucrania, donde el puesto de presidente de la República es de introducción reciente y donde todavía no están delimitadas las facultades del Ejecutivo frente al hasta hace poco omnipotente Parlamento, el jefe del Legislativo es una persona clave y de él, en gran medida, dependerá si el enfrentamiento entre las dos ramas de poder que se vislumbra se podrá resolver civilizadamente o no.

Alexandr Moroz, de 50 años, reconoce que habrá problemas con el decreto sobre la tierra promulgado por Kuchma -que introduce la propiedad privada y la libertad de compraventa de la parte que a cada campesino le corresponde en las actuales haciendas colectivas- y con la ley de poder que prepara el jefe del Estado.

"Si esta ley presupone una organización del poder, entonces estoy a favor de debatirla y darle un curso rápido. Pero si se propone como una alternativa a la Constitución, cosa que se puede deducir de las declaraciones de algunos de sus impulsores, entonces me inspira desconfianza. Porque, a pesar de todas las imperfecciones de nuestra Constitución, hay que respetarla. Mejor sería preparar una nueva Constitución, que es precisamente en lo que estamos trabajando", explica Moroz en una entrevista exclusiva con EL PAÍS.

A Moroz, partidario de un sistema parlamentario como "el existente en Alemania, Austria o Hungría", le preocupa también que con la nueva ley se pretenda reforzar el sistema presidencial. "Creo que el sistema presidencial en Ucrania no es necesario y difícilmente puede ser eficaz. Además, hay que tener en cuenta otro peligro: que se está preparando la ley de organización del poder para una persona concreta, que no dirigirá eternamente el país. Pero la Constitución y las leyes deben contener mecanismos de contrapesos, que impidan que la dirección del Estado se convierta en anarquía o en dictadura", sostiene.

Las reformas "deben hacerse legalmente", y el decreto del presidente Kuchma sobre la tierra "contradice la Constitución y varias leyes". "Esto en sí mismo no es tan terrible, porque se podría preparar rápidamente las enmiendas necesarias, pero el problema es que el decreto contiene normas demasiado peligrosas, que presuponen la quiebra de las actuales haciendas. Además, no estamos preparados para vender la tierra, debido a la ausencia de un catastro y a la tasa de cambio deformada del dólar. Por eso, esto puede llevar a la destrucción de las haciendas colectivas eficaces y a la venta de la tierra a extranjeros", explica, y agrega resuelto: "Propondremos al presidente que él mismo congele su decreto o nosotros en el Parlamento tomaremos la resolución correspondiente".

Moroz "desearía evitar un enfrentamiento agudo" con el Ejecutivo, pero sostiene que "esto es algo que depende más del presidente que de mí". Al mismo tiempo, no teme que Kuchma convoque a referéndum en caso de que el Parlamento bloquee el decreto sobre la tierra y la ley de poder. "No estoy en contra de un plebiscito; al contrario, estaría incluso a favor de un referéndum para dirimir las diferencias, pero con una condición: que tuviéramos igual acceso a los medios de comunicación para defender nuestras posiciones".

El problema con Rusia en torno a la flota del mar Negro es vital para la política exterior ucrania, considera Moroz, que piensa que "el hecho de resolver el problema es más importante que la misma esencia de éste". "Yo incluso estaría dispuesto a entregar completamente la flota a Rusia, con una condición: la renuncia incondicional de Moscú a pretensiones territoriales y que el acuerdo presuponga el arriendo de las bases en nuestro territorio a Rusia. Lo importante es terminar con este problema". Y agrega en tono de broma: "¡Porque si a Rusia se le ocurre renunciar a la flota, entonces sí que estaremos perdidos!"

Moroz no está de acuerdo en que las relaciones de Kiev con Crimea deban basarse en un tratado bilateral, como el que firmó Rusia con Tatarstán. Y ello porque, a diferencia de Rusia, Ucrania no es una república federativa y Crimea es sólo una autonomía administrativa, y no nacional-territorial como son las repúblicas de la Federación Rusa.

La liberalización de los precios, según Moroz, se ha hecho sin pensar, sin cálculos previos. "Estoy categóricamente en contra de la terapia de choque. No hay motivos para aplicar esta política en Ucrania", dice.

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