_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un epitafio

La confusión de los apocalipsis personales con los colectivos es un rasgo característico de cansancio, de vejez, de una vejez que no siempre tiene que ver con los años. Cuando Jordi Pujol -un hombre que siempre fustigó duramente la tentación apocalíptica de algunos políticos- advierte a los españoles del peligro de una confrontación civil, está trasladando al interior de la sociedad una zozobra que nunca debió salir de sí mismo. Una zozobra que no es explicable, solamente porque por vez primera en toda su carrera haya tenido que afrontar la dureza. de una oposición política, e incluso cultural: al fin y al cabo, y desde 1980, Pujol ha sido el líder político español menos vulnerado e, incluso, su máximo riesgo de estos años, el asunto Banca Catalana, acabó volviéndose contra los que lo habían desencadenado. Pero su zozobra no tiene sólo que ver con esta situación inédita. Tiene que ver, y mucho, con la soledad. Desde su elección como presidente, Pujol sólo ha tenido en su entorno tres hombres con peso político: Miquel Roca, Macià Alavedra y Josep Maria Cullell. El futuro político de los dos últimos es -para decirlo con amabilidad- completamente incierto. En cuanto al primero... en fin, tantos años de desconfianza política no se zurcen fácilmente.Ahora, días de recuento, cuando su partido acaba de celebrar con desaliento su fundación, Pujol evalúa con extrema inquietud qué quedará al final de todo eso. Conoce -ha leído mucho- el amarguísimo epitafio que Gaziel -el periodista, el maître a penser de la burguesía catalana dictaba sobre la herencia de Cambó y del conjunto de hombres que fundaron la Lliga Regionalista: "Políticamente, ideológicamente, no han dejado nada; económicamente, todos se han enriquecido". No es la herencia que querría para sí y para su movimiento, obviamente: en su concepción esencial de la vida, de la patria, no hay otro apocalipsis mayor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_