Comunidad y Estado deben gastar 725 millones en reparar 1.096 pisos sociales de sólo 12 años
BEGOÑA AGUIRRE Las 1.096 familias chabolistas realojadas en 1982 en La Cornisa de Orcasitas (Usera) han logrado una respuesta a sus quejas: todos los responsables de la construcción del barrio han alcanzado por fin un acuerdo para arreglar los desperfectos surgidos en las viviendas en sólo 12 años. Los Gobiernos regional y central, la compañía Dragados y Construcciones y las empresas aseguradoras de los arquitectos que dirigieron la obra pondrán 1.055 millones de pesetas para subsanar las grietas y los fallos de tejados, saneamiento y cimentación de estos pisos sociales.
Los vecinos, procedentes de las antiguas colonias chabolistas de Torregrosa, Almendrales y Rafaela Ibarra, entraron a las viviendas en 1982. La mayoría procedían de casas bajas en mal estado y se encontraron con pisos amplios, luminosos, rodeados de jardines y equipamientos y junto al actual parque de Pradolongo.En treinta y cinco o cincuenta años, según fueran trabajadores o pensionistas, podían llegar a ser propietarios de las nuevas viviendas pagando mensualidades cercanas a las 3.000 pesetas.
Parecía un buen final para tantos años de lucha por una vivienda digna. Pero, al poco tiempo comenzaron a surgir las grietas. Y nadie, ni el Instituto Nacional de la Vivienda, ni el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima), su sucesor tras las transferencias autonómicas, ni la constructora, las arreglaba.
De los diecisiete bloques del barrio, es el número seis el que se encuentra en peor estado. En él vive Pilar Aritzmendi, quien ya tiene cierta sensación de ser algo gafe. En los últimos doce años es la segunda vez que habita en una casa con fallos de construcción.
En 1982 la desalojaron de un bloque defectuoso en San Cristóbal de Los Ángeles (Villaverde) y la trasladaron a La Cornisa. Cuando, después de dos años, su casa empezó a surcarse de grietas no se lo podía creer. Ahora, rara es la pared de su vivienda que no padece fisuras y, por las noches, se duerme escuchando crujidos.
El bloque de Pilar, levantado sobre un terreno inestable donde estaba el horno de una antigua fábrica de tejas, ha tenido que ser cubierto con una malla metálica para que los ladrillos no se caigan a la calle.
Los técnicos tendrán que reforzar los cimientos de dicho bloque. Pero, si ese arreglo no es suficiente, tal vez haya que derribarlo. Parece probable que venticuatro familias tengan que ser desalojadas mientras duran las obras.
Los otros dieciseis bloques de la barriada están menos deteriorados pero todos presentan grietas y ladrillos desprendidos en la fachada; los tejados no aislan lo suficiente de la lluvia y crean humedades en los últimos pisos y la red de saneamiento no da abasto.
Las protestas por el estado de las viviendas cobraron intensidad desde 1985. En 1989 el Ivima y la asociación vecinal encargaron un estudio sobre los desperfectos al catedrático de Estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectos de Madrid, Ricardo Aroca.
Miedo al parcheo
Pero los vecinos, temerorsos de que los arreglos se convirtieran en un parcheo" no dejaron entrar a los técnicos a las viviendas. Finalmente el estudio se concluyó dos años después y va a ser la referencia principal para las reparaciones.
En estos nueve años, el Ayuntamiento de Madrid ha enviado numerosas cartas a los vecinos conminándoles a arreglar los desperfectos. Les trataba como a propietarios ya que en cinco años tenían opción a comprar sus pisos. Como nadie reparaba, el consistorio enrejó el bloque más deteriorado para evitar riesgos físicos y pasó la factura a sus habitantes.
Entretanto, los antiguos chabolistas llevaron su caso ante el Defensor del Pueblo, lograron que en dos ocasiones el problema se debatiera en la Asamblea de Madrid y recurrieron por vía judicial para exigir responsabilidades. El acuerdo se firma como una solución sin llegar a juicio.
De los 1.055 millones de pesetas, el Ivima aportará 400; 325 el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente; 250 Dragados y Construcciones y 80 dos compañías aseguradoras en representación de los arquitectos que dirigieron la obra. Los trabajos deben durar catorce meses y está previsto que comiencen esta misma semana. Los vecinos aguardan, expectantes, la llegada del primer andamio.
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