El secuestro del avión planeó sobre el difícil diálogo entre el FIS y el régimen de Argel
El Gobierno y la oposición de Argelia suspiraron de alivio cuando se conoció que los secuestradores del avión argelino no eran integristas islámicos, sino tres aspirantes a la inmigración. Los tres piratas del aire se apoderaron del aparato de Air Algérie alegando razones políticas, lo que colocó inmediatamente en entredicho la viabilidad del difícil diálogo que tratan de establecer desde hace varios meses los líderes históricos del Frente Islámico de Salvación (FIS) y el régimen de Argel, en un intento de sacar al país de la grave crisis en que se encuentra sumido desde hace dos años.
Los piratas del aire se identificaron inicialmente como miembros de un movimiento pacifista inexistente en el país -Unión de Ciudadanos Pacifistas de Argel- y aseguraban que su actuación se debía a un intento de conseguir la liberación de todos los presos políticos y la reanudación del proceso electoral interrumpido por el golpe de Estado de, enero de 1992, que impidió que controlara el Parlamento el Frente Islámico de Salvación, que había sido fundado tres años antes, el 1 de marzo de 1989.El simple enunciado de estas reivindicaciones desencadenó de entrada la desconfianza de los observadores diplomáticos y políticos.
Después de haber barajado todas las posibilidades, ya se tenía a primera hora de la tarde, antes de la rendición de los piratas, la seguridad de encontrarse en realidad frente a tres candidatos a la inmigración que, agobiados por los problemas que entraña en estos momentos lograr en Argelia un visado para ir a cualquier país de Europa, trataban por todos los medios de salir del país magrebí, lo que incluía el secuestro del avión y la tramitación posterior de un hipotético asilo político en el país de acogida.
Mensajes contradictorios
Desde el principio, los expertos habían notado una total falta de sintonía entre las reivindicaciones y demandas de los piratas del aire y las reclamaciones que en este momento tienen planteadas sobre la mesa los dirigentes integristas en Argelia, quienes en el proceso de diálogo con la Administración de aquel país no reclaman ya la reanudación del proceso electoral, que fue interrumpido hace dos años y medio.
La desconfianza de las autoridades argelinas y españolas de encontrarse ante un delito de carácter político se vio reforzada por un precedente similar, ocurrido el pasado 28 de febrero. Ese día, tres policías argelinos, haciéndose pasar por militantes del Frente Islámico de Salvación y alegando también razones políticas, secuestraron un avión que se dirigía de Argel hacia Orán y le obligaron a aterrizar en el aeropuerto de Alicante. Se descubrió luego que lo único que querían los tres policías era instalarse en Europa para escapar de este modo de la crisis de su país.
Pero a pesar de todas estas evidencias, que son mucho más claras cuando ya se ha resuelto felizmente todo, el incidente provocó ayer una gran tensión en Argel. Nadie se atrevía a hablar. Nadie descartaba nada. Ni el móvil político, ni la supuesta filiación integrista de los secuestradores.
Todos temían que la acción de piratería aérea pudiera perjudicar y complicar aún más el proceso de diálogo en el que se encuentran enfrentados los dirigentes históricos del Frente Islámico de Salvación, Abassi Madani y Ali Belhay, con representantes de la Presidencia de la República.
El secuestro llegaba, además, en un momento especialmente inoportuno, después de que el diálogo político hubiera estado bloqueado durante las últimas semanas con diferentes excusas. Este bloqueo de la negociación ha permitido al régimen de Argel desencadenar una importante ofensiva armada, que se ha saldado en lo que va de mes con 178 víctimas, configurando así el balance más alto de muertos de los últimos años.
Prueba del intenso temor provocado por este secuestro lo demuestra el hecho de que, sólo unos pocos minutos después de conocerse el hecho, se organizó en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Argel una célula de crisis, que estuvo presidida por el secretario general del Gabinete, Abdelkader Taffar, y en la que se encontraban representados diversos ministerios. Mientras, la Embajada de España en Argel, dirigida interinamente por Luis Calvo, se mantuvo durante todo el día en constante situación dé alerta y fue canalizando hacia las autoridades argelinas la información que cada media hora aproximadamente le iba llegando de España.
A media tarde, cuando se tuvo la completa certeza de que se trataba de un delito de carácter no político, el Gobierno y la oposición de Argelia respiraron tranquilos y el país recuperé su normalidad.
Dos actos de piratería en ocho meses
El avión Fokker 27 de Air Algerie que fue secuestrado ayer es la segunda aeronave argelina secuestrada durante un vuelo interino y obligado a dirigirse a España en lo que va de año. El 28 de febrero, un Boeing con 127 pasajeros de la misma compañía, que unía Orán con Annaba, fue desviado hacia el aeropuerto de Alicante por tres policías armados que buscaban "asilo" en España.Bouchela Gem Gilal, Benala Hamed y Oundjeli Abdeljebar se apoderaron del avión poco después de que despegara de Orán. Los piratas aéreos obligaron al comandante de la nave a poner rumbo a Alicante, donde mantuvieron retenidos durante cinco horas a los pasajeros y tripulantes, todos argelinos.
Durante los contactos con las autoridades españolas, los tres policías argelinos solicitaron asilo político, a lo que el Ministerio del Interior se negó esgrimiendo el artículo 3 de la Ley de Asilo y Refugio, que prohíbe dar cobijo "a quien hubiera perpetrado algún delito contra la navegación aérea o marítima". Los tres piratas acabaron entregándose a la Guardia Civil sin disparar ni un solo tiro.
Uno de los secuestradores, Oundjeli Abdeljebar, de 27 años, se suicidó el pasado 3 de mayo colgándose del cuello con una sábana anudada a una ducha de la prisión alicantina de Fontcalent donde se encontraba recluido junto a sus dos compañeros. Éstos están a la espera de ser juzgados, lo que se producirá probablemente en febrero o marzo próximos, según el juez JoséRamón Soriano.
Desde 1969, España ha sido escenario de 11 secuestros o intentos de secuestro, incluidos el de ayer y el del 28 de febrero de este año. El primero de ellos, se produjo en diciembre de 1969, cuando el etíope Abdelkader Mohamoud Suleiman intentó secuestrar un avión de la Ethiopean Airlines en su vuelo Madrid-Addis Abeba, junto con otros dos individuos con los que tenía planeado arrojar propaganda del Frente de Liberación de Eritrea y hacer estallar el avión en Estocolmo.
El 7 de enero de 1970, se produjo el secuestro frustrado de un avión bimotor Convair de la compañía Iberia, en vuelo Madrid-Zaragoza con 41 pasajeros a bordo. Días más tarde, tres españoles desviaron hacia Gander (Canadá) un Boeing 707 de TWA, en vuelo Madrid-Nueva York.
El secuestro más largo se perpetró en 1977, cuando el italiano Luciano Porcari mantuvo retenido 46 horas un Boeing 727 de Iberian con 37 personas.
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